jueves, 23 de julio de 2015

La alimentación como refugio emocional

Por Avelina Jiménez Lozano
                                                                                              “Cuando estoy ansiosa, como;                         cuando estoy triste, como; cuando me enojo, como; cuando estoy contenta, como”. 
                                                                                                                                 Anónimo

Monterrey, México. Entre mis amigas, hablar de dietas, los kilos que han rebajado o subido y el silencio al interrumpir la conversación para ordenar comida a domicilio hacen una catarsis pura, donde cada una compartimos teléfonos de doctores, remedios caseros y demás menjurjes para tener nuevamente el cuerpo que teníamos hace quince años.
La sana alimentación es hoy una preocupación a nivel mundial. La Organización Mundial de la Salud (OMS) ha mostrado su interés por evitar la obesidad de niños y adultos. Anteriormente, el control de peso era un tema exclusivo para nutriólogos, sin embargo, cada vez es más común que sean ellos quienes inviten al paciente a llevar al mismo tiempo asesoría psicológica y terapéutica, que ayude a detectar la causa emocional de la ingesta de alimentos sin medida.
En una entrevista realizada a la doctora Sarith Ileana Jalil Pérez, psiquiatra y especialista en el trabajo multidisciplinario de obesidad, me explicó que las personas con obesidad saben qué alimentos deben de comer y cuáles evitar. Sin embargo, no saben cómo hacer cambios en su comportamiento alimentario ni como mantenerlos en el tiempo, cómo luchar permanentemente contra las sensaciones de hambre o contra las tentaciones que se presentan en el día a día.
Es cuestión cultural e incluso familiar, relacionar la comida con la felicidad. Y cómo no hacerlo si comer lleva al organismo a un estado de placer. Lo interesante se torna cuando el organismo busca la comida como sustito o prolongación de una emoción.  ¿Pero cómo saber si uno come por hambre o por emoción? Es necesario analizar lo que para mí significa comer: mi anestesia emocional, mi fiel compañera o mi premio del día, lo significativo es dar a la comida su real significado. La doctora Jalil menciona, “lo importante es comenzar a ver la comida como lo que es, comida”.
La problemática de comer sin medida se afronta mejor en equipo, de ahí la importancia de que la familia esté al pendiente de la situación y entre todos ayudar, sin presionar, al miembro que más esté batallando. Los famosos atracones (ingerir alimentos de manera desordenada), pueden ser una señal de trastorno alimentario que se presenta principalmente dentro del hogar y que requiere de atención especializada para controlarla.
Dejar de comer y decir “ya no, gracias”, son sólo algunas estrategias personales de afrontamiento que ayudan a marcar límites entre la comida y quien la come.  Dejar de esperar el año nuevo y los lunes para iniciar un plan alimentario saludable serían los dos principales obstáculos de tiempo a vencer. No se trata sólo de quitar kilos, la meta es aún mayor: cambiar mi estilo de vida y conservarlo a muy largo plazo.
(*) Avelina Jiménez Lozano, es Psicóloga con Maestría en Educación por la Universidad de Monterrey. Experta en temas de familia y pareja. Cuenta con la certificación para ser facilitadora de la herramienta pre-matrimonial FOCCUS. Ha participado en programas de desarrollo humano e inteligencia emocional en México y España. Actualmente es docente de asignatura en la carrera de Licenciado en Psicopedagogía, titular del curso Formación en el Amor y coordinadora de formación en la Universidad de Monterrey.
Contáctala en jimlav15@hotmail.com

Publicado el 23 de julio de 2015 en:

sábado, 11 de julio de 2015

Aprender Intensa-mente

Por: Alida Maria Madero Fernández

No olvidemos que las pequeñas emociones son los capitanes de nuestras vidas y las obedecemos sin siquiera darnos cuenta.
—Vincent Van Gogh.
Monterrey. México. Hace unos días fui a  ver con mi hija la película de Disney-Pixar “Intensa-mente”, la cual trata magistralmente “sobre el papel de las emociones en nuestras vidas y cómo nos conectan a los demás'', como  lo dijo el director de la película, Pete Docter.
La película tiene como protagonista a Riley, una niña de once años y las cinco emociones que libran batallas en su mente, lideradas por la enérgica y optimista alegría; a la que acompañan la tristeza, el miedo, el desagrado y la furia. Las cinco emociones residen en el cuarto de control, el epicentro de la mente de Riley, desde donde le ayudan a manejar su estado de ánimo y  navegar cada nuevo día.
En el desarrollo también te muestran a esas cinco emociones interactuando en la mente de los demás personajes de la película.  En la mamá de Riley la líder es la tristeza, en el papá el enojo o la furia, etc.
Por lo que regresando a casa me pregunta mi hija: —Mamá, ¿cuál es tu emoción dominante?, ¡la mía es la alegría!—exclama—. Estoy de acuerdo con ella, la alegría es la emoción que predomina en su mente o cuarto de control. ¿La mía? Después de reflexionar me doy cuenta sorprendida que es el temor. —¿Porque crees que el temor, mamá?—  Pues porque soy cautelosa, evaluó el riesgo de cada decisión y no me lanzo a lo loco.
En la película, el trabajo principal de temor es proteger a Riley y mantenerla a salvo. Él está constantemente en la búsqueda y evaluación de posibles desastres,  peligros, dificultades y riesgos involucrados en las actividades diarias. Sigo sorprendida de que esa sea esa mi emoción dominante, pero es así.  La de otras personas puede ser la alegría, el desagrado, la tristeza e incluso la ira.
Pero —respondo con alegría—  también me doy cuenta que he aprendido a manejar esa emoción, es un aprendizaje reciente. El miedo ya no me paraliza al viajar sola, tampoco temo pararme frente a una audiencia a dar una charla o un curso, y aprendí a no huir de las cucarachas (aunque sigo siendo cautelosa). Me hubiera gustado aprenderlo antes. Identificar lo que siento, que me lo provoca y sobretodo poderlo externar. La interacción con los que me rodean hubiera sido más fácil, sin malos entendidos.
En las cosas que vivimos cada día, cada acontecimiento o circunstancia, cada uno de nosotros experimenta en el interior de su mente una batalla de emociones. Somos seres que estamos en cierta forma condicionados por ellas, pero  si aprendemos a reconocerlas en vez de reprimirlas,  seremos capaces de que esas emociones nos beneficien, y como dice Peter Docter: que nos conecten con los demás. Identificar tus emociones y aceptarlas como parte de tu vida te hace crecer como ser humano y conocerte. Nos ayudan a relacionarnos y adaptarnos al mundo que nos rodea.
El miedo o temor, la tristeza, la ira, el desagrado no son emociones negativas,  debemos aprender  a darles permiso de ser y hacer lo que a su naturaleza corresponde, cederles el tablero de control; esa es la lección en esta película.
Dejar ser a la tristeza, es bueno a veces estar triste. Para esto primero debemos admitir y reconocer que eso es lo que sentimos. Los simpáticos personajes que desarrollaron los creadores del film nos dan una buena guía. ¿Cuál de ellos tiene el tablero de control en sus manos en esta etapa de tu vida?

(*) Alida Madero, es Ingeniero en Industrias alimenticias egresada de la Universidad de Monterrey (UDEM). Tiene diplomados en Logoterapia y Desarrollo Humano. Actualmente coordina el programa Foccus Prematrimonial en la Arquidiócesis de Monterrey, el cual  trabaja con las parejas que están comprometidas para contraer matrimonio. Contáctame en foccusmonterrey@gmail.com

Publicado el 10 de julio de 2015 en

miércoles, 1 de julio de 2015

Leer con los cinco sentidos

Por: Martha Salim Naime

                    Amar la lectura es intercambiar horas                 de hastío por horas de inefable y deliciosa compañía.
John F. Kennedy

Leer es mucho más que  agrupar letras y palabras para darles un significado. Leer es abrir los sentidos a nuevas experiencias. Es viajar y conocer, es ser diferentes personas en otros tiempos y espacios, es ser autónomo y libre. Leer, como lo haces en este momento, es transportarse  a un viaje sensorial que nos lleva a recordar las muchas o pocas lecturas en nuestra vida.
Recuerdo con cariño y agradecimiento el primer libro que leí: Heidi de Johanna Spiry;  fue un regalo al terminar la primaria. Las pocas ilustraciones que contenía me ayudaron a construir en mi imaginación el escenario completo: al abuelo ermitaño en la cabaña, la montaña, las cabras y a Pedro. Mi mayor descubrimiento fue darme cuenta de que podía ser capaz de oler, sentir, ver y escuchar; incluso saborear, en mi imaginación, el queso que elaboraban con la leche ordeñada.
En nuestro país casi el 90 por ciento de los mexicanos sabe leer y escribir, sin embargo, el 69 por ciento asegura que no tiene tiempo para leer y el 31 que no le gusta. Los datos obtenidos de la Encuesta Nacional de Lectura realizada por la Fundación Mexicana para el fomento de la Lectura, A.C. revelan también que sólo el seis por ciento de la población mayor de doce años lee un promedio de cuatro libros por semestre.
Si tú —amable lector—  y yo, no  leemos al menos ocho libros al año, no alcanzamos a formar parte de ese reducido porcentaje; quizá sólo seamos de esos cuatro de cada 10 mexicanos que ha pisado una librería en su vida; resultado obtenido de un estudio impulsado por la Casa del Libro México.
¿Qué motiva a una persona a leer? En mi caso fue el aburrimiento de las vacaciones escolares el que me movió a quitarle el celofán al libro, que tenía ya varios días sobre el buró al lado de mi cama. No me había atrevido a abrirlo. 

No recuerdo cuánto tiempo tardé en leerlo, pero al finalizar las vacaciones ya había leído también Mujercitas  de Louise May Alcott. La edición que conseguí no tenía ilustraciones, así que, la imagen de la portada fue el único ladrillo con el que construí el resto del escenario y  los personajes.  Descubrí que mi imaginación no tenía límites, que era capaz de recrear los espacios y colocar ahí  las escenas.
Después de eso, ya no dependí de una motivación externa para leer. Al hacerlo con mayor frecuencia, la construcción de imágenes fue más ágil y creativa. Mi vocabulario se multiplicó y mi ortografía mejoró considerablemente. Esta riqueza hizo nacer y mantener vivo, en mi ánimo y en mi mente, el gusto por la lectura.
Si bien, el primer paso es aprender a leer, el siguiente es: aprender leyendo. La lectura abre la puerta principal del conocimiento,  la imaginación y  la reflexión.  Se fomenta la creatividad literaria, se enriquecen las formas de expresión y se tienen temas de conversación atractivos e interesantes.
El medio para la lectura es la visión y éste sentido externo puede activar a los demás. Sofía Segovia, autora de El murmullo de las abejas afirma que el escritor solo brinda una parte de la experiencia al escribir una novela. El lector aporta el resto cuando al leer, crea imágenes y evoca con sus cinco sentidos: aromas, sonidos, sabores y texturas.
Después de ser reconocida como el “Descubrimiento literario del año” (2015), durante una entrevista radiofónica, la conductora le pregunta a la escritora regiomontana: ¿de dónde saliste Sofría? Con sencillez y convicción, la entrevistada responde: “Salí de la lectura de toda la vida; de la lectura muy amplia y muy vasta que he hecho toda la vida”.
El gusto por leer puede iniciar por la motivación de padres, docentes o amigos. Puede ser movida por el aburrimiento —como en mi caso— la curiosidad o el deseo de escapar de realidades en las que nos sentimos atrapados. La lectura nos regala ese espacio —único y personal— en el que sólo entran el lector y su obra elegida y recorren un camino de la mano y con los cinco sentidos.
¿Cuántos libros has leído este año?, ¿Tienes un libro favorito?, ¿Quieres leer algo bueno y no sabes cuál comprar? Te recomiendo el citado en este artículo: “El murmullo de las abejas” de Sofría Segovia y descubre hasta donde llega una persona en su pasión por la lectura.


(*) Martha Salim Naime. Es Administrador de Empresas con Maestría en Ciencias del Matrimonio y la Familia y diplomado en Tanatología por el Instituto Superior de Estudios para la Familia (Juan Pablo II). Experta en temas de familia y pareja. Cuenta con la certificación para ser facilitadora de la herramienta pre-matrimonial FOCCUS. Actualmente se desempeña como Gestor de redes sociales.

Publicado el 1 de julio de 2015 en:

viernes, 26 de junio de 2015

Como lograr que tu esposa te trate como un rey

Por Fernando González Rocha y Paty Zambrano

Monterrey, México. Ese fue el título de una conferencia que di hace algunos años. Como ustedes se imaginarán, el lugar estaba lleno de hombres que querían saber el secreto de su “felicidad” y de mujeres intrigadas por saber que les iban a decir a sus maridos (no sea que las fueran a comprometer).
Al iniciar tuve que decirles la verdad, para no generar falsas expectativas. Su asistencia es fruto de la mercadotecnia, el título fue altamente sugestivo, pero es verdadero. Ya que están aquí, los reto a que escuchen lo que les voy a decir. La receta es muy simple:
 “Quieres que tu esposa te trate como a un rey, pues trátala como a una reina”. Así que si quieren escuchar esta plática el tema real es: “Cómo amar a tu esposa”.
No sé si esto es claro para todos nosotros los varones, pero la persona más importante de tu vida es tu esposa. Ella es el origen de tu familia y quién te motivó a tomar una decisión y un compromiso de unirte a ella para ser un mejor hombre. Los hijos, si los tienen, llegaron después y, aunque son muy queridos para nosotros sus padres, están de paso y un día van a buscar su pareja y se van a ir como nosotros lo hicimos.
Para aprender a amar a tu esposa, necesitamos hacernos algunas preguntas: ¿Qué espera tu esposa de ti como marido? ¿Cómo espera ella ser amada? Yo le pregunté esto a mi esposa y me dijo: “Yo espero que me escuches, que me hables y que me dediques tiempo”. Así de simple, no es tan difícil. La falta de comunicación es el origen de todos los conflictos. No supongas que ya sabes la respuesta, mejor pregúntale a ella.
En la relación de pareja intervienen de manera importante las neuronas espejo, ellas hacen que respondamos en el mismo sentido en que somos tratados. Si tu tratas a tu esposa con amor, la reacción de las neuronas espejo hacen que ella te responda de la misma manera.
La psicología nos dice que una persona necesita, para estar emocionalmente saludable, al menos nueve muestras de cariño al día. Analiza cuales muestras de cariño te funcionan mejor: un elogio, una caricia, un beso, un abrazo, una llamada solo para decirle que la quieres, un regalo (no necesita ser caro), un piropo, una flor, un chocolate, un recado amoroso, un mensaje en el chat o en el correo, salir con ella solo para platicar, etc. Lo increíble es que todos los días vuelven a necesitar otros nueve detalles amorosos.
La calidad de comunicación es importante, si estás platicando con ella no te distraigas, concéntrate. No se platica viendo la tele o en el cine. La mujer requiere que cuando platiques la veas a los ojos, que estés concentrado solo en ella.
Se requiere ser expresivo en el amor. Una vez conocimos a una pareja en la que la esposa se quejaba de que su esposo nunca le decía que la quería a lo que él  decía: “yo le dije a mi esposa que la quería el día que me casé con ella, cuando cambie de opinión, yo se lo haré saber”.
Agradecerle es un elemento esencial. Dale gracias por todo lo que hace por ti, por todo lo que no se ve, que pasa desapercibido, pero ella lo hace todos los días. Dile que la necesitas, que es muy importante para ti. Alábala por sus cualidades.
Dale sorpresas agradables. Invítala a salir contigo un fin de semana solos. No necesitas gastar mucho, lo mejor es la compañía, no importa el lugar. Haz cosas que no se espera. Escríbele una carta y mándala por correo. Llévale serenata inesperadamente.
Ah, se me olvidaban los olores. La mujer es altamente olfativa. Perfúmate para ella. A veces salimos muy perfumados al trabajo y regresamos sudados, oliendo a rayos y así queremos tener una noche romántica, por eso salimos bateados.
Las flores son un fenómeno que los varones no entendemos. Para un hombre regalar flores es casi como tirar el dinero, porque son caras y no duran. Pero para una mujer, la flor tiene un encanto indescriptible que les hace sentir emociones muy especiales. Así que el hombre tiene que dejar a un lado su razonamiento masculino y regalar flores simplemente porque ama a su esposa y a ella le gusta.
Finalmente, tengo que decir que hay una máxima que es real y que espero no se aplique a ti mi estimado lector. “Si a una mujer no le das amor, te va a pedir dinero”. Tú sabes que prefieres darle.
Dice mi maestra Norma Alonso: “Tu pareja es el espejo de tu inconsciente”. Si tú no te sientes amado probablemente puedas aun hacer mucho al respecto.
¿Qué no has hecho, que de hacerlo, tu esposa te trataría como el rey que eres?

(*) Fernando González Rocha y Patricia Zambrano Sánchez, tienen 31 años de matrimonio, son coaches de Vida de la International Coaching Community y Consultores Matrimoniales. Tienen más de 20 años de dar cursos, conferencias y diplomados. Actualmente coordinan el programa de Formación Prematrimonial para novios en San Pedro y parte de Monterrey.    

Publicado el  24 de junio de 2015 en

jueves, 18 de junio de 2015

Los papás evolucionan

Por Alida Maria Madero.
Ser Padre es encontrarse en situación de cuidador, de transmisor de mundo.
 Alejandro Rozitchner

Monterrey, México. El día del padre es una fecha conmemorativa para honrar la paternidad en la familia y la influencia del hombre en la vida de sus hijos. Esta celebración nacida en Estados Unidos de la gratitud de una hija hacia su padre, se extendió rápidamente a Europa, América Latina, Asia y África como una manera de homenajear a los papas y reconocer su papel en la crianza y la educación de sus hijos.
Sea cual sea la fecha, lo importante es que existe un día especial para recordar a los padres cuánto les queremos, darles las gracias por su amor y su entrega y celebrar en familia eso, la felicidad de ser una familia.
Hace unos días, celebre con mis compañeros de universidad un aniversario más de nuestra graduación, la mayoría de mis amigos de generación son hombres porque estudie una ingeniería, todos o casi todos son papás. Me dio mucho gusto verlos en ese rol, de papás e incluso uno que otro abuelo.
En esa reunión platique con un papá sumamente emocionado por la boda de su hijo, otro orgulloso de los logros de su pequeña estudiando en el extranjero, uno más preocupado por la crisis en el matrimonio de su hija, incluso uno que le encanta la fiesta yéndose temprano para ir por sus hijas, todos compartiendo las fotos de sus hijos con orgullo.
Me encanto verlos en con ese espíritu alegre y “siempre joven” de los papás modernos. Antes, cuando un hombre se convertía en padre de inmediato, cobraba una actitud de “señor respetable” y asumía una seriedad y rigidez de persona mayor. Ahora los papás están más involucrados y hablan más de emociones. 
Nuestra generación vive ese periodo de transición, en el cual coexisten relaciones de padres e hijos tradicionales matizados por el papá autoritario y otras más cercanas, más entrañables. De tal manera, que la forma de relacionarse de los varones con sus hijos e hijas está cambiando.
Nos toca vivir esa evolución donde la mujer que trabaja y desarrolla una carrera, poco a poco ha dejado al hombre involucrarse en las actividades del hogar, crianza y acompañamiento de los hijos.
Para muchos la convivencia con sus hijos e hijas ha sido novedosa y gratificante, se han abierto a nuevas formas de ser hombres y padres; lo que los ha llevado a reconocer sus limitaciones, temores, relaciones de autoridad, pero a su vez se han deleitado en la convivencia con sus hijos e hijas.
Pudiendo reconocer que sus hijos e hijas son personas diferentes a ellos con gustos, sentimientos y pensamientos diferentes.
Yo no soy papá, solo sé ser mamá.  Así que para poder plasmarlo les comparto algo de lo expresado por Alejandro Rozitchner en su artículo publicado en el diario La Nación:
“Entre padres e hijos se trata de amor. Es un asunto de calidez, cariño, presencia y disfrute de experiencias compartidas. De cercanía real, no esquivada. Tiempo, tiempo pasado en común y elaborado como sentido para nuevas experiencias. Es encontrarse en situación de cuidador, de transmisor de mundo, tener mucho a cargo y tener miedo de no dar la talla y al mismo tiempo sentir que esa pieza faltante, ahora hallada, hace que toda la vida propia encuentre su lugar”.
Así que muy feliz día del padre a todos los que tengan hijos. También a los que no son biológicos sino del corazón, a los que son el plan B porque el papá no está, los abuelos y los tíos.
A esos papás que no les enseñaron a hablar el idioma del amor, y lo tratan de expresar en disciplina y mano dura; a los sobreprotectores y a los distraídos.
Engendrar a un hijo es fácil, lo complicado es lograr que crezca feliz y sabiéndose lo más importante del mundo para alguien.
¡Feliz día del Padre!

Publicado originalmente el 17 de junio de 2015 en