domingo, 30 de octubre de 2016

Dia de muertos

Por: Alida María Madero Fernández

"Quien quiera gozar de veras
y divertirse un ratón,
venga con las calaveras
a gozar en el panteón”. 


José Guadalupe Posada
Un recuerdo muy especial que tengo de cuando era muy chiquita en Parras, Coahuila es el de llegar al panteón, el día de muertos, con mis hermanos y mis papás. Desde la entrada el pequeño camposanto era una fiesta: vendedores de caña de azúcar, flores, calaveras de azúcar, pan de muerto; cada tumba con gente, sonrisas, ofrendas, altares; toda la familia presente, alegría y tradición.
Esta celebración popular como la practican y festejan las comunidades indígenas de nuestro país ha sido declarada en el 2003 por la Unesco patrimonio oral e inmaterial de la humanidad. Ver a la muerte con otros ojos e incluso hacer fiesta con ella es parte del espíritu de esta celebración, ella es la protagonista. 
Este culto viene del resultado de la fusión de dos tradiciones, la indígena y la cristiana. En la época precolombina nuestros ancestros celebraban y ofrendaban a los muertos flores de cempaxúchitl, de un amarillo intenso, y tamales de maíz al finalizar el ciclo de la cosecha, en los primeros días del onceavo mes del año; ellos creían que los muertos regresaban a visitar a sus familiares, y era necesario ayudarles a llegar a su destino alumbrando el camino con velas, el olor y color de las flores.
Esa fecha coincidía con la fiesta cristiana de todos los santos que trajeron los españoles durante la conquista. Fue así como se determinó que fueran los días uno y dos de noviembre la fecha en que se les rindiera culto a los difuntos. De acuerdo con esta bella tradición mexicana, se cree que la muerte, pero más específicamente la memoria de nuestros fieles difuntos, nos da un sentido de identidad, arraigo a nuestra cultura y a nuestra comunidad.
El rito comienza cuando se prepara el altar de muertos, se coloca en una habitación, sobre una mesa, cajas o repisas cuyos niveles representan los estratos de la existencia, pueden ser solo dos, el cielo y la tierra; tres en donde se incluye el purgatorio o hasta siete que son los pasos necesarios para llegar al cielo y descansar en paz.
En el nivel más alto se coloca la imagen del santo de devoción de la familia; el segundo está destinado a las ánimas del purgatorio; el tercero se coloca la sal, símbolo de la purificación; en el cuarto el pan; en el quinto se colocan las frutas y los platillos preferidos por los difuntos; en el sexto las fotografías de los difuntos a los que se les dedica el altar y por último, en el séptimo, en contacto con la tierra, una cruz formada por flores, semillas o frutas.
Las ‘calaveras’ epitafios en broma y satíricos que se burlan de hábitos, momentos embarazosos y chuscos de amigos y familiares. La visita al panteón para decorar las tumbas con flores y porque nocantar serenata con la música favorita de los que ahí descansan.
Y por supuesto la presencia de La Catrina, esa alegre, coqueta y seductora representación de la muerte. Creada por José Guadalupe Posada en sus grabados, vestida con porte, elegancia y color por Diego Rivera. Un icono único e inigualable que a manera de caricatura nos recuerda que tarde o temprano tendremos un encuentro con ella. Sólo en México podríamos celebrar la muerte con tan espectacular producción.
Y al día siguiente no puede faltar el chocolate caliente con el pan de muerto, este delicioso pan  tiene un significado en lo que lo decora; representa la cruz de cristo y las tiras de la corteza los huesos y el ajonjolí, las lágrimas de las animas que no han encontrado descanso. Convivir recordando y honrando a nuestros seres queridos, con anécdotas e historias. 
Esta celebración varía de región en región y de pueblo en pueblo, pero todos tienen en común que la familia se reúne para dar la bienvenida a las ánimas, colocar altares, visitar el cementerio y arreglar tumbas. Y entonces vivos y muertos se reúnen nuevamente. Y así, de familia en familia, de una generación a otra, esa hermosa tradición se mantiene a través de los siglos y de las generaciones. 


(*) Alida Madero, es Ingeniero en Industrias alimenticias egresada de la Universidad de Monterrey (UDEM). Tiene diplomados en Logoterapia y Desarrollo Humano. Actualmente coordina el programa Foccus Prematrimonial en la Arquidiócesis de Monterrey, el cual  trabaja con las parejas que están comprometidas para contraer matrimonio. 
Contáctala en foccusmonterrey@gmail.com

sábado, 15 de octubre de 2016

La importancia del primer paso

Por Martha Salim Naime


                             El que mira fuera sueña, el que mira adentro se despierta.
                                            Carl Jung


Tener un sueño y hacerlo realidad, nos deja una sensación de plenitud, eleva la autoestima, nos predispone a establecer nuevos proyectos y nos encamina a realizarlos. Pero, ¿qué pasa cuando tienes frente a ti una propuesta con la que nunca soñaste, ni te viste realizándola y por lo tanto, no esperabas alcanzar? y, sin embargo, por una razón inexplicable, dudas si debes aceptar ese proyecto o rechazarlo.

En Cosas de Familia nos sucedió algo así: no lo buscamos y nos llegó;  no creíamos que lo pudiéramos conseguir, y pudimos; no soñamos con realizarlo y ahora es una realidad. Un sí comprometido fue el primer paso que dio inicio a un sueño, a un proyecto, a una meta. 

Comenzar a escribir artículos para una columna que no había existido, ni siquiera en nuestra mente, fue un paso que dimos como dice un dicho popular,  como el borras: sin una idea clara de lo que tendríamos que hacer, sin embargo, algo dentro, muy dentro de nosotros, nos movió a dar el “sí” a un proyecto con un tema central: la familia y los miembros que la integran.

Para dar el primer paso, tuvimos que salir de nuestra zona de confort. Cada uno de los que integramos este grupo teníamos contraídos, con anterioridad, compromisos familiares, laborales y apostólicos, de esos a los que les inviertes tiempo, dinero y esfuerzo, Cosas de Familia sería uno más. Era necesario reacomodar nuestros recursos — tangibles e intangibles— para embarcarnos en este nuevo proyecto. 

Sabíamos que teníamos mucho que compartir y buscamos la mejor manera de hacerlo, para eso, tomamos un taller de redacción diseñado especialmente a nuestras necesidades y objetivos: conservar un estilo natural y sencillo sin desgastarnos en la perfección de la forma escrita. Hemos mejorado mucho y esperamos crecer y aprender día a día.

Encontramos que nuestro material es para columnas de opinión: textos que interpretan, comentan y valoran ciertos acontecimientos o situaciones en las que expresamos puntos de vista propios. Cada uno ha elegido sus temas en libertad, y nos hemos sorprendido porque han sido diversos, interesantes y creativos; que aportan algo, que te dejan pensando o te motivan a la acción.

La barca zarpó un mes de mayo sin rumbo conocido y en medio de un banco de niebla en el que el horizonte no se apreciaba. Hoy me atrevo a asegurar que el amor a la familia fue el combustible que le ha dado impulso y orientación a este proyecto que hoy se materializa en la publicación de un libro con una variada selección de artículos distribuidos en nueve capítulos.

Después de decidir y dar el paso de materializar un sueño que no habíamos tenido y convertir los textos aislados en un libro, nos enfrentamos al reto de darle forma dentro de una estructura y un contexto; un paso más fuera de la zona de confort, después de más de un año de un trabajo constante de selección, revisión y varias correcciones,  para tener un ejemplar en las manos.

Comenzamos por ser un grupo, ahora formamos un equipo de amigos que, con una idea muy clara de la familia, hemos avanzado y compartido nuestros pensamientos, emociones y sentimientos con ustedes, amables lectores. Hemos abierto mente y corazón para ti, que nos regalas de tu valioso tiempo para adentrarte con artículo en una aventura de exploración.

Hemos salido de la zona de confort cada vez que trabajamos en un tema o revisamos el de alguien más,  eso nos ha llevado a crecer como personas, a ser más creativos, a desarrollar un estilo personal y respetar el del compañero. Hemos tomado retos que han representado un desafío, porque para escribir, hay que conocerse a uno mismo, o al menos hacer un ejercicio de introspección, además de que es necesario leer, documentarse e investigar. 

Escribir es exponerse, es dejar ver un poco de ti y nos hemos expuesto a conocidos y desconocidos. No pretendemos un consenso ni una uniformidad de criterios en cada artículo, nuestra intención es compartir, estimular a pensar y porque no, sugerir de vez en cuando una tarea.

Ven y conoce nuestra casa, donde se llevan a cabo las “Cosas de Familia”. Daremos otro primer paso en la Feria Internacional del Libro de Monterrey y después, no sé, no sabemos, pero hacia allá nos moveremos, y saldremos otra vez de la zona de confort frente a la computadora, para estar frente a los lectores y compartir con ustedes nuestras Cosas de Familia.

Ya que llegaste hasta aquí te invito a que te hagas esta pregunta: ¿ando por la vida confortable? ¿Hay algún primer paso que yo pudiera dar?


(*) Martha Salim Naime es licenciado en administración de empresas egresada de la Universidad de Monterrey. Es consultor familiar con posgrado en Ciencias del Matrimonio y la Familia y Tanatlogía por el Instituto Juan Pablo II. Puedes contactarla en: cosas.defamilia.nl@gmail.com