Por: Avelina Jiménez Lozano
El mes en cual estoy escribiendo este artículo no es mayo, estamos en agosto, pero ¿qué no todos los meses del año hay nuevas mamás en el mundo?
La frase “volviéndome mamá” se la escuché a una de mis amigas; ella recalcaba que aprende todos los días cosas nuevas en el arte de ser mamá. Así como uno no estudia para ser madre, tampoco llega un momento en donde se gradúa obteniendo este título.
Todo este tema de la maternidad hoy más que nunca ocupa mi cabeza y corazón, todo el tiempo. Estoy a unas horas de conocer a mis mellizos, así que trato de racionalizar lo que siento comparándolo con otros momentos importantes en mi vida: mi graduación, mi experiencia en el extranjero, algunos concursos en donde he participado, mi matrimonio…pero no logro comparar esto que siento con alguna situación en el pasado.
¿Cada cuándo podemos experimentar un nuevo sentimiento? ¿Realmente habrá una palabra para expresar lo que se siente al ver por primera vez a tus hijos?
Estoy segura que el volvernos madres nos transforma el cuerpo, la mente y el espíritu. Al menos Louann Brizendine en su libro “El cerebro femenino” menciona que el cerebro de una mujer que ha dado a luz a un hijo es ligeramente más grande que el de aquella mujer que no ha sido mamá. Este es sólo un ejemplo de los muchos cambios que se experimentan al ser madre.
Sueño con que llegue ese momento de ver cara a cara a mis hijos, mi corazón palpita al mil al saber que en cuestión de horas los podré ver a sus ojos y mi vida cambiará por completo. No sé si exista una sola palabra para describir un momento tan intenso, pero sé que un combo de emociones están a punto de formarse en mi corazón, así que me preocuparé después por encontrarla y me dedicaré a vivir al 100% ese pequeño instante.
La dinámica familiar también está por cambiar. Sobra decir que los abuelos, tíos y primos ya están organizándose para estar justo en el momento en donde les enseñarán a mis hijos mientras estoy en recuperación. ¿Y el papá? Feliz por conocerlos y cuidando cada detalle para que ellos estén bien. Es curioso, pero lo que no se involucró en la boda… ¡Ahora se está involucrando a la perfección para el nacimiento de sus hijos!
Estas son las mejores “cosas de familia”, en las que participan activamente todos sus miembros: las llamadas y mensajes de amigos del alma mostrando su amor y su emoción al conocer a los nuevos integrantes. ¡El maravilloso regalo de la vida!
Seré una mamá para toda la vida y qué mejor ejemplo que mi abuelita Emma, quien a sus 96 años, unas semanas antes de fallecer y con dificultad para hablar, me dijo en voz baja: “cuida a mis hijas”. Me voy a convertir en mamá, aunque creo que ya lo soy desde el momento en que concebimos a nuestros hijos, pero mañana seré toda una mamá en acción. Desde ese momento y hasta…el último aliento de mi vida.
La frase “volviéndome mamá” se la escuché a una de mis amigas; ella recalcaba que aprende todos los días cosas nuevas en el arte de ser mamá. Así como uno no estudia para ser madre, tampoco llega un momento en donde se gradúa obteniendo este título.
Todo este tema de la maternidad hoy más que nunca ocupa mi cabeza y corazón, todo el tiempo. Estoy a unas horas de conocer a mis mellizos, así que trato de racionalizar lo que siento comparándolo con otros momentos importantes en mi vida: mi graduación, mi experiencia en el extranjero, algunos concursos en donde he participado, mi matrimonio…pero no logro comparar esto que siento con alguna situación en el pasado.
¿Cada cuándo podemos experimentar un nuevo sentimiento? ¿Realmente habrá una palabra para expresar lo que se siente al ver por primera vez a tus hijos?
Estoy segura que el volvernos madres nos transforma el cuerpo, la mente y el espíritu. Al menos Louann Brizendine en su libro “El cerebro femenino” menciona que el cerebro de una mujer que ha dado a luz a un hijo es ligeramente más grande que el de aquella mujer que no ha sido mamá. Este es sólo un ejemplo de los muchos cambios que se experimentan al ser madre.
Sueño con que llegue ese momento de ver cara a cara a mis hijos, mi corazón palpita al mil al saber que en cuestión de horas los podré ver a sus ojos y mi vida cambiará por completo. No sé si exista una sola palabra para describir un momento tan intenso, pero sé que un combo de emociones están a punto de formarse en mi corazón, así que me preocuparé después por encontrarla y me dedicaré a vivir al 100% ese pequeño instante.
La dinámica familiar también está por cambiar. Sobra decir que los abuelos, tíos y primos ya están organizándose para estar justo en el momento en donde les enseñarán a mis hijos mientras estoy en recuperación. ¿Y el papá? Feliz por conocerlos y cuidando cada detalle para que ellos estén bien. Es curioso, pero lo que no se involucró en la boda… ¡Ahora se está involucrando a la perfección para el nacimiento de sus hijos!
Estas son las mejores “cosas de familia”, en las que participan activamente todos sus miembros: las llamadas y mensajes de amigos del alma mostrando su amor y su emoción al conocer a los nuevos integrantes. ¡El maravilloso regalo de la vida!
Seré una mamá para toda la vida y qué mejor ejemplo que mi abuelita Emma, quien a sus 96 años, unas semanas antes de fallecer y con dificultad para hablar, me dijo en voz baja: “cuida a mis hijas”. Me voy a convertir en mamá, aunque creo que ya lo soy desde el momento en que concebimos a nuestros hijos, pero mañana seré toda una mamá en acción. Desde ese momento y hasta…el último aliento de mi vida.
(*) Avelina Jiménez Lozano, es Psicóloga con Maestría en Educación por la Universidad de Monterrey. Experta en temas de familia y pareja. Cuenta con la certificación para ser facilitadora de la herramienta pre-matrimonial FOCCUS. Ha participado en programas de desarrollo humano e inteligencia emocional en México y España. Actualmente es docente de asignatura en la carrera de Licenciado en Psicopedagogía, titular del curso Formación en el Amor y coordinadora de formación en la Universidad de Monterrey.
Contáctala en jimlav15@hotmail.com
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