miércoles, 21 de diciembre de 2016

En busca del sueño americano

Por Martha Salim Naime

La pobreza no es natural, es creada por el hombre
y puede superarse y erradicarse mediante acciones
de los seres humanos.
Y erradicar la pobreza no es un acto de caridad,
es un acto de justicia.
Nelson Mandela

Durante el sexenio del expresidente Fox se creó el Programa Paisano con la finalidad de proteger los derechos de nuestros connacionales en el extranjero y brindarles facilidades y apoyo cada vez que regresan a México. Se les llama paisanos a los mexicanos que han emigrado en busca de oportunidades de trabajo mejor remuneradas que les permitan dar a sus familias un bienestar y condiciones de vida que no podrían ofrecerles de continuar con su trabajo en sus comunidades de origen.

México sobresale entre los países con mayor número de emigrantes. Según cifras del Banco de México, en el 2010 nuestro país ocupó el primer lugar, con 11.9 millones superando a la India y a Rusia. El aumento del flujo migratorio ha traído como consecuencia un incremento en el flujo de las remesas –la suma de dinero que los connacionales ganan o adquieren y que transfieren a sus países de origen–. Este ingreso representó, en el 2016 la principal fuentes de recursos, debido a la caída del precio del petróleo y la devaluación del peso frente al dólar.

Las historias de los paisanos comenzaron a escribirse con el programa de los “braceros” mexicanos  entre 1942 y 1964. Años después y a raíz de la apertura de las fronteras con el Tratado de Libre Comercio— cuando se eliminaron los aranceles a ciertos productos importados de Estados Unidos y Canadá, como el maíz—se vieron afectados los pequeños productores nacionales, y ante la imposibilidad de poder ofrecer un precio competitivo, millones de mexicanos abandonaron sus labores en el campo para emigrar hacia el país del norte.

Con su partida, los paisanos dejan atrás sus ideales y esperanzas de progresar en su propio territorio; sus años de esfuerzo, a sus amigos y a sus familias. Al despedirse, tanto los que se van como los que se quedan, abren en sus vidas un gran paréntesis con puntos suspensivos, porque ignoran cuándo o cómo lo cerrarán; si logran hacerlo algún día.

Las historias de los  que se van parecen más prometedoras; parten con ilusión y entusiasmo en busca del sueño americano: encontrar un buen trabajo, ganar dinero, ahorrar mucho y regresar a los suyos para ofrecerles una vida mejor. ¿Cuántos de ellos lo consiguen? No han de ser muchos, porque son más los que se van y se quedan allá, que los que regresan para quedarse.

¿Qué dejan atrás los que se van?

Los paisanos dejan en la vida de sus padres, hijos, hermanos o pareja una carga emocional importante, ya que el impacto en las familias y en sus comunidades es complejo. Las mujeres que quedan solas tienen que modificar sus roles, realizan trabajos y toman decisiones que antes les correspondían a los esposos. Los niños se deprimen porque pasan mucho tiempo, a veces años, sin ver a su padre; los hijos varones asumen, a veces a muy temprana edad, el rol del hombre de la casa y esperan que pronto les llegue su turno de partir.

Viven situaciones de duelo porque han perdido la familia que tenían y no solo ignoran si algún día regresarán a vivir unidos; lo peor es que ignoran cuándo podrán volver a verse. Los que se quedan viven una situación de abandono que les produce angustia, ansiedad y tristeza profunda, que deriva en depresión en muchos casos. Además del estrés que les produce pensar en las condiciones que se encuentra su familiar ausente.

En este esquema de globalización hemos alcanzado también una globalización de la indiferencia. Nos hemos acostumbrado a que miles de mexicanos crucen la frontera, legal o ilegalmente, para ir en busca de una mejor calidad de vida. Sabemos que transitan en caravana por las carreteras con sus “trocas” cargadas de regalos: lavadoras, bicicletas, televisores; pero ignoramos sus historias, sus luchas y sus sueños. Desconocemos sus renuncias, sus anhelos y su dolor.

¿Cuál será el futuro de nuestro país si la célula vital, que es la familia, se está enfermando de desintegración?

El sueño americano amenaza en convertirse en pesadilla ante la perspectiva de la política migratoria que ha planteado Donald Trump desde su campaña. La inseguridad, inestabilidad e incertidumbre ante un futuro en el que ven amenazada su estabilidad vuelve a ser presa de los paisanos.


¿Cumplirá Trump sus promesas? Está México listo y preparado para afrontar esa situación?, ¿lo estamos los mexicanos? La deportación masiva podría ser para México ¿una bendición o una maldición?

(*) La autora es Consultor familiar y cuenta con estudios de Tanatología y Maestría en ciencias del Matrimonio y la familia.

martes, 13 de diciembre de 2016

¿Y vivieron felices para siempre?

Por: Fernando González Rocha y Paty Zambrano

El día en que te conocí mi vida cambió, a partir de entonces no dejo de pensar en ti, tu forma de hablar, de reír y de hacer las cosas. ¡Eres un encanto! ¿Cómo pude vivir sin ti tanto tiempo?
Esta es una conversación usual entre dos enamorados. Deseábamos pasar el mayor tiempo posible junto, suspirábamos en ausencia del otro. El tema de conversación con cualquier persona giraba en torno del ser amado. Nos comenzaron a llamar la atención sus intereses, sus gustos, sus pasiones. No teníamos ojos para nadie más. Así nos vimos al inicio de nuestra relación… y ¿que nos pasó?   ¡Ahora no puedo vivir… pero contigo!
Nos enamoramos porque nuestra atención estaba enfocada en las fortalezas de la otra persona, considerabas como algo positivo: el humor que poseía, la creatividad al hacer su trabajo, el tono de voz tan melodioso con el cual hablaba, pero poco a poco, al pasar el tiempo,  en las distracciones de la vida cotidiana, tu atención se fue deslizando hacia el juicio negativo y las debilidades de la persona amada. Empezamos a querer cambiarla, nos molesta que sea tan diferente a nosotros, pensamos: “yo tengo la razón”, “él o ella debería cambiar y hacer las cosas como yo digo…” y así, poco a poco vamos apagando la llama del amor.
El amor siempre inicia cuando nos enfocamos en lo positivo. El objetivo de nuestra unión es convertirnos en mejores personas, ayudarnos a crecer y desarrollar todo nuestro potencial. Nuestro quehacer es hacer brillar a la pareja desde sus fortalezas, desde lo que sí tiene. Se construye con las fortalezas de los dos, no con lo que le falta al otro, no con la exigencia, ni el “deberías ser”. No con lo que no hay. Cuando NO nos enfocamos en las virtudes y dones nos vamos desenamorando uno del otro.
Solo nosotros somos responsables del amor y desamor que sembramos. El éxito de una relación de pareja se construye cuando dos personas maduras emocionalmente, felices e independientes, se encuentran y crean un proyecto en conjunto.
Así nos damos cuenta que el amor inicia con una decisión de querer conocer a alguien e ir tomando acción para saber del otro, para conocerlo, para admirarlo. Te invitamos a preguntarte hoy: ¿deseo reenamorarme de mi pareja? Si tu respuesta es sí, simplemente vuelve a enfocarte en aquello que te gustaba, piensa positivamente acerca de las actitudes del otro, pregúntate ¿qué lo motiva a actuar así? ¿Qué necesita para ser más feliz? Busca pensar en todo lo bueno, todo lo agradable del ser amado. Recuerda qué fue lo que viste en esa persona que te cautivó y te llevó a confiar en él o ella y a establecer un compromiso de amor.
Para salir de una situación difícil, abran un diálogo constructivo, desde lo bueno, desde las posibilidades. Dejen de hablar de los reclamos y las malas actitudes. Pidan perdón y reconozcan sus errores cada uno, vean hacia adelante y luchen por recuperar su relación. Si un día te enamoraste de esa persona seguramente te podrás reenamorar de ella nuevamente. No hay persona perfecta, cada uno es un paquete de cualidades y defectos. Necesitamos volver a ver las cualidades, encontrar las intenciones positivas de las acciones del otro y tomar la decisión de restaurar el amor.
No tengan miedo, cambien lo que tengan que cambiar y dense la oportunidad de regresar a construir sus mejores momentos. Es mejor reintentar con la persona que está a tu lado que ir a explorar y buscar una nueva pareja. El nuevo candidato o candidata también tendrá sus defectos iguales o mayores que tu pareja actual.
El amor es una decisión permanente y personal que se renueva cada día.
Como Coaches hemos podido acompañar a varias parejas con problemas graves como: infidelidad, alcoholismo, desánimo, apatía y problemas causados por la intervención de las familias políticas. Podríamos decir que, en todos los casos, la decisión de recuperar el amor está siempre en la pareja. Sin embargo cuando uno de los dos no quiere ceder, perdonar o cooperar para restablecer la relación, al paso del tiempo la pareja termina separándose. Si hay voluntad de perdonar y reintentar, el amor siempre vuelve a fluir. Revive tus mejores recuerdos y tráelos nuevamente a tu memoria para re enamorarte.
Te dejamos algunas preguntas que cada uno debe contestar para desarrollar un plan de acción: ¿Cómo está tu relación hoy?, ¿con qué recursos cuentas para crecer?, ¿qué necesitas hacer tú, para que los dos estén mejor?, ¿cuándo lo vas a hacer?, ¿cómo te sentirías al restablecer su relación?, ¿cómo te gustaría celebrarlo?
¡Revive tus mejores recuerdos y tráelos nuevamente a tu memoria para re enamorarte!


Los Autores son Coaches de Pareja y de Vida. Puedes contactarlos en:
patyzambrano@hotmail.com