Por: Alida María Madero
Con todas las prisas, reuniones y tradiciones; por estos días estarás organizando tu agenda para cumplir con los compromisos con familiares, amigos y compañeros de trabajo.
Una las tradiciones de esta época, quizá la más arraigada en nuestro país, son las posadas; entre el ajetreo de la vida moderna y las complicaciones de los preparativos de las fiestas, esta hermosa tradición ha cambiado y se ha desvirtuado su sentido original.
Una las tradiciones de esta época, quizá la más arraigada en nuestro país, son las posadas; entre el ajetreo de la vida moderna y las complicaciones de los preparativos de las fiestas, esta hermosa tradición ha cambiado y se ha desvirtuado su sentido original.
Las tradiciones son una manera de
hacer presente lo que ocurrió, o lo que se acostumbraba hacer en tiempos
pasados. Son los hechos u obras que se transmiten de una generación a otra. Así
que hagamos un poco de historia.
Las posadas son fiestas que
tienen como fin preparar la Navidad. Comienzan el día 16 y terminan el día 24
de diciembre. Su origen se remonta a los tiempos de la conquista, cuando los
españoles llegaron a México. Por la necesidad que tenían los misioneros
católicos de evangelizar a los indígenas utilizaron y mezclaron sus ritos y
costumbres con los ritos cristianos.
Durante el mes de diciembre, los
indígenas festejaban a Quetzalcóatl y también celebraban las fiestas en honor a
Huitzilopochtli. Estas fiestas duraban veinte días, iniciaban el 6 de diciembre
y terminaban el 26 del mismo mes; eran fiestas solemnes. El pueblo se congregaba
en los patios de los templos, iluminados por enormes fogatas, para esperar la
llegada del solsticio de invierno. El 24 de diciembre por la noche y al día
siguiente, 25 de diciembre, había fiestas en todas las casas.
Los misioneros españoles
aprovecharon estas costumbres religiosas para inculcar en los indígenas el
espíritu evangélico y dieron a las fiestas aztecas un sentido cristiano, lo que
serviría como preparación para recibir a Jesús en su corazón el día de Navidad.
En 1587, Fray Diego de Soria obtuvo del Papa Sixto V un permiso que autorizaba en la Nueva España la celebración de unas misas llamadas "de aguinaldos", del 16 al 24 de diciembre. En estas misas se intercalaban pasajes y escenas de la Navidad. Para hacerlas más atractivas y amenas se les agregaron luces de bengala, cohetes y villancicos y, posteriormente, la piñata.
Las posadas simbolizan los nueve meses de gestación de María en la espera de Jesús. Al terminar, los monjes repartían a los asistentes fruta y dulces como signo de las gracias que recibían aquéllos que aceptaban la doctrina de Jesús.
Ahora que nos organizamos para estas celebraciones, destacamos
los elementos que no pueden faltar en una posada: los peregrinos, o sea las pequeñas estatuas de la virgen María, San José, el burro donde montan y un ángel que
los protege; piñatas,
dulces, frutas y cacahuates; velas para posada o luces de bengala pequeñas. Ollas
de ponche y tamales, pan dulce o bocadillos para fiesta.
Los libros de pedir posada incluyen
letanías y rezos de cómo pedir la posada, además indicaciones para arrullar al
Niño Jesús el día 24. Silbatos, panderos, guitarras o cualquier instrumento
musical son utilizados para darle alegría a los cantos.
Recuerda que hay mucho
significado detrás de esta tradición y trata de vivirlas con el sentido
profundo que tienen: preparar nuestro corazón
para recibir al Niño Jesús en Navidad, celebración que es universal no
solo en la práctica católica, que nos invita a reunirnos antes de que termine el año para agradecer, abrazarnos y desear que el próximo
año sea mejor.
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