Por: Martha Salim Naime
En caso de duda, ten la lengua muda.
Anónimo
La velocidad con que la información
circula nos coloca en la posición compartir una noticia casi al mismo tiempo en
que la recibimos. La buena intención de prevenir a alguien más sobre abusos,
lluvias celestes o fraudes, ha motivado a más de una persona a reenviar una nota
sin confirmar, previamente, su veracidad.
La mayoría de las fake news, noticias falsas, que he recibido me ha llegado por Whatsapp y algunas de esas veces viene
acompañada por una leyenda de quien me la envía aclarando que, aunque no le
consta, pero que por si acaso fuera cierto, ha preferido enviarla.
En la antigua Grecia, Sócrates
solía practicar un sencillo ejercicio. Cuenta la historia que cuando alguien se
le acercaba con la intención de comentarle algo, simplemente aplicaba el triple
filtro con una serie de preguntas. La sabiduría de los pensadores de la antigüedad se hace actual en nuestros
días y este simple ejercicio nos puede ayudar a tomar la decisión, sin
necesidad de recurrir a invertir gran cantidad de tiempo en verificar la nota
de advertencia.
La ventaja de la práctica del
triple filtro es que es autoejecutable, es decir, no es necesario que alguien
más nos haga esas preguntas, nosotros mismos podemos aplicarlo sin necesidad de
ayuda externa.
Primer filtro: ¿es verdadero? Si se trata de algo que dicen por
ahí, hay que tener cuidado. Si alguna vez has jugado al teléfono descompuesto,
sabes, por experiencia propia, que en cuestión de segundos el mensaje, pasado
de boca en boca, se distorsiona. Si no te consta que sea cierto, ¡cuidado! al
decirlo lo único que provocamos es que los rumores crezcan.
Una sencilla consulta en google puede aclararnos si es verdadera
la nota, si es vigente y actual. Aunque
nos conste la veracidad del hecho, aún no es momento de decirlo. Este es solo
el primer paso.
Segundo filtro: ¿es bueno? La benedicencia ̶ palabra no incluida en del diccionario de la Real Academia Española— es la práctica de la virtud que
nos ayuda a regular lo que decimos de los demás y cómo lo decimos; es la tendencia
a hablar bien de los demás; contrario a la maledicencia. Cuenta la historia de
la filosofía que Sócrates confrontaba con la siguiente pregunta: “¿quieres
contarme algo bueno sobre mi discípulo?”.
Aun así, si lo que vamos a decir es
bueno, pero no nos consta, hay que avanzar al siguiente tamiz. Ejemplo de este
filtro sería: por cada mensaje que reenvíes Whatsapp
donará un dólar para los estudios médicos del paciente.
Tercer filtro: ¿es útil? ¿Servirá para algo contar aquello que me
consta y que además es bueno? Si la respuesta a esta pregunta es si, las dudas
respecto a contar algo disminuyen o se desvanecen; hay una seguridad interior, una
fuerza que, aunque viene desde adentro no es un simple impulso. Es algo que nos
da la confianza necesaria para hacerlo. Si por el contrario la respuesta a esta
pregunta es no, aunque sea cierto y sea bueno, no conviene contarlo.
El triple juicio de Sócrates no es para llevarnos al escrúpulo, sino
más bien a la reflexión. A pensar antes de hablar. A analizar, no en la forma y
lugar para decirlo, sino más bien, a pasar por los tres filtros; sin razonamientos excesivos ni
justificaciones. Las tres etapas del juicio son simples y así conviene que sea
nuestra reflexión. Tengamos claro que nuestros derechos terminan donde empiezan
los de los demás.
Si no es cierto, ni bueno, ni útil,
¿para qué contarlo?
(*) Martha Salim Naime. Es Administrador de Empresas
con Maestría en Ciencias del Matrimonio y la Familia y diplomado en Tanatología
por el Instituto Superior de Estudios para la Familia (Juan Pablo II). Es consultor familiar y cuenta con la certificación para ser
facilitadora de la herramienta pre-matrimonial FOCCUS.
Puedes contactarla
en: cosas.defamilia.nl@gmail.com
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