Por Avelina Jiménez Lozano
La adolescencia es una etapa de transformaciones. Su
llegada trae cambios físicos y emocionales causados por los niveles hormonales
que provocan en la persona una verdadera revolución. El dar a luz a un hijo es
una de los momentos más significativos para cualquier mujer; sin quitarle el
encanto que este momento tiene, en los meses después a este acontecimiento se desencadenarán
un terremoto de sentimientos y emociones que hacen que, la recién inaugurada
mamá, experimente los mismos síntomas que años atrás presentó en su pubertad.
La madrelescencia,
es el nombre que le he dado a la etapa inmediata posterior al momento del alumbramiento.
El término no existe en la RAE (diccionario de la Real Academia Española) ni en
algún sitio de internet, tal y como lo afirma Google cuando le indico que realice la búsqueda.
Es una palabra compuesta que se me ocurrió a raíz de lo que he vivido los meses
siguientes a dar a luz.
La depresión post parto o baby blues (leve depresión post parto), son alteraciones de salud
que muchas mujeres enfrentan después del nacimiento de su hijo. Sus síntomas
son más enfocados a la cuestión emocional y van del llanto y la desesperanza,
hasta ideas delirantes y ansiedad. La madrelescencia, no sólo incluye aspectos
emocionales, sino físicos, conductuales y sociales.
Algunas características comunes entre la adolescencia y la madrelescencia se describen a continuación.
Inestabilidad
emocional. La adolescencia es un
sube y baja de emociones. Al momento del nacimiento del bebé, un sinfín de sensaciones
inunda nuestro ser, todas intentando salir al mismo tiempo. Tristeza, enojo,
desesperación, miedo, un combo de emociones causadas por las alteraciones
hormonales y la falta de sueño que origina desconocimiento y confusión. Tal
como un adolescente, la mujer que ha dado a luz difícilmente identifica lo que
siente, simplemente lo vive, sin llamarle al sentimiento por su nombre, mientas
todos alrededor son testigos de sus cambios de humor en el día.
Comparación
constante. ¿Qué adolescente no se
compara con otros? En esa etapa la competencia y el reconocimiento entre pares
son situaciones muy anheladas. Durante la madrelescencia, ser la mejor mamá es lo que
cuenta y las redes sociales facilitan conocer lo que hacen las demás y
compararnos con ellas. Los comentarios de terceros en cuanto a lo que realizan
otras personas en la misma situación provocan confusión y descontento.
Pánico escénico.
Miedo a estar en público. Un
adolescente adora sus espacios y no sale
de ellos…una nueva mamá también. El ir a un espacio abierto, con personas
desconocidas pone a sudar a cualquier madre que, ante cualquier reacción del
bebé, puede ser juzgada ante la conducta de su hijo. La poca empatía de algunas
personas fomenta ese miedo y su simple mirada de crítica ante el llanto del
bebé ¡se torna peor que estar en un escenario siendo observada por el público y
con la mente en blanco sin recordar la siguiente línea!
Cambios físicos.
¡Ese cuerpo no es mío!. La
adolescencia es la etapa de los cambios físicos, no todos los aceptan, pero su
avance es inminente y no hay marcha atrás. Recuerdo que, después de tener a mis
hijos mellizos, conscientemente no quería ver mi vientre en el espejo, era una
especie de protección emocional ante tantos cambios físicos que tenía. Va más
allá de vanidad, es simplemente empezar a convivir con un cuerpo diferente y ¿cómo
no va a ser distinto si acaba de participar en la co-creación de una nueva vida?
Exageración
constante. “A todos les dan
permiso menos a mí”, “El escurrimiento nasal es la peor enfermedad”; distintos
escenarios misma actitud: extremar. Cualquier sonido raro en su respiración,
roncha o rasguño en su piel provoca en la madre que se encuentra en esta etapa
una ansiedad ante el más terrible diagnóstico de salud. Una fiesta infantil o una reunión donde van
niños se convierte en la amenaza más latente de los más horribles virus que
puedan contagiar al pequeño bebé.
Moda. ¿Qué es lo que se usa hoy en día? La mujer que se ubica en esta
etapa sabe todo acerca de las nuevas formas de educar a sus hijos, cómo
alimentarlos mejor y hasta el lugar por excelencia para realizarle la fiesta a
su hijo en su primer aniversario. Todo lo que sea distinto a esto es
cuestionable. Así como hay adolescentes que siguen las modas, hay otros que son
rebeldes; las mamás rebeldes no se dejan influenciar por el medio y permanecen
firmes a sus propias creencias, a pesar de que la mayoría estén practicando
esas nuevas ideas.
Estas son sólo algunas características de la
madrelescencia y cabe mencionar que dichos síntomas se vuelven a vivir con el
nacimiento de un nuevo hijo una y otra vez, pero su intensidad es cada vez
menor, sin embargo, así como muchas personas vivieron su adolescencia de manera
tranquila, muchas mujeres pasan esta etapa sin la menor complicación.
La resiliencia personal, la ayuda de la pareja y la de la familia serán indispensable
para que la mujer salga avante y fortalecida. La paciencia de los amigos en
este momento de recogimiento social fortalecerá sus lazos de amistad aún y
cuando los encuentros físicos no sean tan constantes como antes de esta etapa.
Y así, sin tener especificada una fecha, la madrelescencia
al igual que la adolescencia llega a su fin. La adaptación ante los cambios se
desarrolla y esta nueva etapa se interioriza y se engendra hasta el fondo de su
ser. El miedo disminuye, aunque nunca se va, y un pensamiento persistente
invade con orgullo y total felicidad a la nueva mujer: “ya soy mamá”.
(*) Avelina Jiménez Lozano, es Psicóloga con Maestría en Educación por la Universidad de Monterrey. Experta en temas de familia y pareja. Cuenta con la certificación para ser facilitadora de la herramienta pre-matrimonial FOCCUS. Ha participado en programas de desarrollo humano e inteligencia emocional en México y España. Actualmente es docente de asignatura en la carrera de Licenciado en Psicopedagogía, titular del curso Formación en el Amor y coordinadora de formación en la Universidad de Monterrey.
Contáctala en jimlav15@hotmail.com