Por: Alida María Madero
“No tengo talentos especiales, pero sí soy profundamente curioso”
—Albert Einstein
Monterrey, México. Soy una persona curiosa, siempre investigo y pregunto. Recién regreso de un viaje, fui a París, como regalo de cumpleaños. Al movernos por la ciudad en metro no dejaba de preguntarme sobre ¿cómo es que se desarrolla esa red de túneles tan impresionante?
La curiosidad, al igual que muchas otras cosas de la vida, tiene múltiples interpretaciones. No es lo mismo la curiosidad que roza la intromisión, que la curiosidad por aprender y conocer todo el tiempo algo nuevo.
La etimología de la palabra: “cur”, en latín, significa ¿por qué? O sea que la curiosidad es una disposición natural a preguntar ¿por qué?, muchos avances científicos surgen cuando alguien los cuestiona: ¿por qué se hace así?
Según el creativo Jeremy Baka, los niños de preescolar hacen unas 100 preguntas al día. La mayoría de esas preguntas pueden parecer inocentes o sin sentido, pero según Baka, ¿no debió sentirse así Einstein al cuestionar toda la física?
En la educación es fundamental cultivar esa curiosidad en los niños y utilizarla como motivador. Ricard Huguet, especialista en docencia y colaborador en instituciones para promover la innovación, la creatividad y el talento entre los jóvenes, señala que algo falla en la educación cuando los niños empiezan el colegio deseando ser astronautas, y terminan queriendo ser funcionarios.
La curiosidad es la que ha llevado a la humanidad a progresar porque las personas se plantean preguntas. Para contestar a esas preguntas necesitan buscar y eso, a su vez, hace que se pongan en movimiento, se relacionen, y avancen en sus conocimientos o experiencia. Los grandes retos del siglo XXI van a demandar capacidad para resolver muchos problemas, tanto técnicos como intelectuales.
Satisfaciendo mi curiosidad; el metro parisino tiene 214 kilómetros de líneas que acogen cada año alrededor de 1,400 millones de viajeros. Esta es la historia del éxito de una aventura más que centenaria.
El deterioro de las condiciones de circulación en París con el desarrollo del automóvil, el ejemplo de otras capitales del mundo, como Londres, Nueva York o Budapest, y la inminencia de la exposición universal de 1900, dieron lugar al metropolitano parisino. Fulgence Bienvenüe, en 1897 elaboró una red de líneas que permitía no dejar ningún punto de París a más de 500 metros de una estación de metro.
Un dato interesante es que para establecer los accesos a las estaciones Cité y Saint-Michel, al borde del río Sena, el arquitecto Léon Chagnaud hizo gala de un gran ingenio; para permitir la perforación del túnel diseñado como un conducto que comunica las dos estaciones, a 15 metros bajo el lecho del Sena, el suelo se congela con una salmuera de cloruro de calcio a menos 24 grados.
Aprender llevado por la curiosidad es despertar el placer de conocer, comprender, descubrir, construir el conocimiento, y va asociada al aprendizaje a lo largo de toda la vida.
(*) Alida Madero, es Ingeniero en Industrias alimenticias egresada de la Universidad de Monterrey (UDEM). Tiene diplomados en Logoterapia y Desarrollo Humano. Actualmente coordina el programa Foccus Prematrimonial en la Arquidiócesis de Monterrey, el cual trabaja con las parejas que están comprometidas para contraer matrimonio.
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