Por:
Martha Salim Naime
Celebrar a las
madres es celebrar la vida; a una vida que engendra a otra.
Martha Salim Naime.
La madre es la proveedora de generaciones y gracias a ellas el género humano no se ha extinguido; esta realidad representa el común denominador de toda la humanidad, independientemente del tipo de familia en la que nos hemos desarrollado.
Mamá es el centro emocional de operaciones familiares y en
muchos casos es, además del corazón, el cerebro cuando tiene bajo su
responsabilidad la dirección de la familia.
Las mamás del siglo XXI enfrentan retos inéditos, muy
diferentes a los que enfrentaron sus madres. Desean disfrutar su maternidad y
de su desempeño profesional sin olvidarse de ellas mismas. En la búsqueda del
equilibrio enfrentan algunos dilemas importantes:
1. Entre cantidad y calidad. Las mamas
modernas quieren acompañar a sus hijos en todas sus actividades importantes.
Quieren estar presentes y dispuestas cuando las necesiten y tener la palabra o
el consejo perfecto para ellos. El deseo de ofrecer tiempo de calidad puede ser
causa de estrés y desgaste físico y emocional además de causar culpas y remordimientos.
Establecer prioridades y lograr un sano equilibrio se logra
con paciencia y sin prisa. Educar y formar a los hijos es un proceso lento que
requiere de constancia, dedicación y paciencia, que exigirá más en unas etapas
de la vida que en otras. El reto es disponer de amor y tiempo para lograrlo.
2. Entre información y formación. La
relación madre-hijo del siglo XXI es más abierta y cordial que en el pasado y
busca establecer lazos sólidos de amistad. Las mamás del siglo XXI promueven
el diálogo abierto y recíproco con un lenguaje amoroso y cálido que deja
atrás el estilo autoritario del adulto. Se busca la negociación para inculcar
en el niño hábitos y conductas adecuadas a su edad.
El reto es que la autoridad sea firme y establezca límites
claros para hacer cumplir las normas y las reglas. Las madres deben guiar y
orientar en un difícil balance entre amor y disciplina.
3. Entre ser perfecto y ser persona. En su afán
por desempeñarse lo mejor posible en cada área, las mamas modernas se esmeran
en una perfección que nunca podrán alcanzar. Quieren que sus hijos tengan las
más altas calificaciones como si con éstas se calificara su desempeño como
madres.
Cuando las cosas no salen como lo esperaban se sienten
culpables e inseguras de no estar cumpliendo con lo que se espera de ellas como
madres perfectas. En su deseo por lograrlo pueden darse por vencidas o, por el
contrario, delegar esta responsabilidad en terceros dejando de lado la
importante interacción con los hijos.
El desafío es ser una mamá comprometida, amorosa y firme;
consciente de sus fortalezas y debilidades personales. Sus hijos aprenderán a
ser personas del ejemplo de su madre.
4. Entre seguir la moda educativa y escucharse a sí
mismas. La información sobre el desarrollo infantil y juvenil fluye en
exceso y no por ser mucha es de calidad. El internet, los cursos, las consultas
con especialistas y el diálogo con otros padres, brindan opciones y
puntos de vista sobre la crianza, a veces contradictorios y generan inseguridad,
dudas y angustia de cómo actuar ante circunstancias concretas y despiertan una
sensación de fracaso.
El reto y principal desafío que la maternidad ofrece, es comprender que ser madre es un proceso en
el que se aprende todos los días, de tal suerte que no se pueden tener todas
las respuestas. En esta era digital, en la que la información abunda, las
tendencias de moda no son siempre acertadas. Por eso, los estudios basados en
investigación, como los de Piaget, Eric Ericcson, entre otros, serán
fuentes confiables para acudir a ellas en busca de orientación.
Thomas Lickona, autor de Raising
good children, afirma que formar hijos con carácter, empáticos y responsables,
es el trabajo más complejo y desafiante en la vida de todos los padres, y cada
vez es más difícil en la sociedad actual.
Ser madre en el siglo XXI es sinónimo de generosidad,
entrega y capacidad de compromiso; cualidades en peligro de extinción en una
sociedad con un crecimiento exponencial en narcisismo, individualismo y
hedonismo.
El amor de mamá se distingue de todo tipo de afecto. Es
incondicional y gratuito. No pone condiciones ni tiene expectativas. Ama a sus
hijos porque si y porque son y a pesar de lo que son. El amor de mamá deja en
el hijo una sensación interna de ser valioso, importante, amado, no solo para
ella, sino para sí mismo y los demás.
Un aplauso y reconocimiento a esas mujeres
modernas que con pasión enfrentan los retos que la maternidad del siglo XXI les
plantea.
(*) Martha
Salim Naime. Es Administrador de Empresas con Maestría en
Ciencias del Matrimonio y la Familia y diplomado en Tanatología por el
Instituto Superior de Estudios para la Familia (Juan Pablo II). Cuenta
con la certificación para ser facilitadora de la herramienta pre-matrimonial
FOCCUS. Actualmente se desempeña como Gestor de redes sociales.
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