jueves, 5 de marzo de 2015

El diálogo: la llave que frena las guerras

Por: Fernando González Rocha y Paty Zambrano

El lenguaje trae al ser humano la capacidad de relacionarse con otros. Es a través de la conversación que construimos nuestro mundo, damos nuestra opinión y punto de vista acerca de las cosas. Lo primero que aprende a decir un niño, después de mamá, papá y agua, es mío. Así aprendemos a defender nuestros derechos, empezamos a construir nuestro “yo” desde aquello que nos pertenece.
Y con esta búsqueda de pertenencia e identidad viene el conflicto. ¿Cuál quieres, el tuyo o el de tu hermanito? La respuesta invariable es el de mi hermanito. La curiosidad  y el deseo de poseer lo que no tenemos, aflora en nosotros de manera natural.
Se dice que: “un conflicto es una conversación pendiente”. ¿Por qué rehuimos a solucionar conflictos? La respuesta es que no nos sentimos fuertes en este tipo de conversación, no sabemos escuchar, no aceptamos que el otro pueda tener un punto diferente al mío, confundimos a la persona con el juicio emitido.  
Cuando alguien no piensa igual que yo, pienso de inmediato, que el otro está en mi contra, creo que me está rechazando. De esta manera, dejamos la conversación pendiente. Es importante saber dialogar de manera cordial y sincera, escuchando para aprender desde donde el otro está observando la situación; si así lo hiciéramos, aprenderíamos otra mirada. Un punto de vista es solo una vista desde otra perspectiva.
Al crecer creamos recursos para tener conversaciones, por ejemplo: aprendemos a ser corteses y diplomáticos para conseguir o negociar lo que nos interesa; justo ahí, nos damos cuenta del poder que tienen nuestras palabras. Dice el dicho popular: “En el saber pedir está el dar”.  Maduramos como personas cuando aprendemos a hacer peticiones, a compartir nuestros deseos.
También requerimos la habilidad para hacer ofrecimientos. Aunque a veces con el pasar de los años lo que pensamos de una situación nos limita.
Por ejemplo: “Quiero pedir un aumento de sueldo, pero no lo hago pues creo saber lo que me van a contestar” —como si leyéramos la mente de los demás— y pienso que dirá que no me lo merezco, que no hay dinero…. De tal manera que no hago mi petición por miedo y me siento víctima de las circunstancias, cómo si no pudiera hacer nada.
Cuando aprendemos a conversar, en cualquier tipo de circunstancia, tenemos el mundo a nuestro favor, pues no habrá problemática que nos detenga. Esto nos libera, nos da un poder de acción increíble, pues dejo de ser víctima y me responsabilizo de lo que me pasa.
Entonces, pregúntate: ¿qué no he dicho que debo decir?, ¿qué puedo decir que pueda resolver un conflicto?, ¿este conflicto vale tanto como para perder la relación con esa persona?
Decía el Filósofo Romano, Séneca: “No es porque las cosas sean difíciles por lo que no nos atrevemos; sino que, por no atrevernos, ellas se hacen arduas”. Con esta reflexión deducimos que Muchas situaciones se convierten en conflictos, porque no nos atrevemos a enfrentarlos en ese momento. Creemos que el tiempo lo resuelve todo; sin embargo, cuanto más pasa el tiempo, es más difícil poderlos resolver.
Nosotros valoramos mantener la relación que ganar el conflicto. Nos peleamos y nos separamos por tantas tonterías que no valen la pena y nos alejamos de personas muy queridas. La vida es una sola y hoy es tu oportunidad de usar el poder de las conversaciones. Habla con tus seres queridos para decirles lo importantes que son para ti.


(*) Fernando González Rocha y Patricia Zambrano Sánchez, tienen 31 años de matrimonio, son coaches de Vida de la International Coaching Community y Consultores Matrimoniales. Tienen más de 20 años de dar cursos, conferencias y diplomados. Actualmente coordinan el programa de Formación Prematrimonial para novios en San Pedro y parte de Monterrey.    Contáctalos en: fernando.gonzalez.rocha@gmail.com  y  patyzambrano@gmail.com

Publicado originalmente el 27 de febrero de 2015 en:

No hay comentarios.:

Publicar un comentario