Por Avelina Jimenes Lozano
Es interesante como durante la historia el rol de los alumnos es trascendental para un maestro. Tal parecería que el actor principal del proceso de enseñanza lo tiene el docente, sin embargo, quienes nos dedicamos al área de la educación, comprobamos el poder que un joven inteligente y sabio puede tener sobre la sociedad.
En la antigua Grecia, por ejemplo, el maestro y filósofo Sócrates (470- 399 ac), fue encarcelado por compartir con los jóvenes su razonamiento. Sus enseñanzas, que serían luz ante la cueva de la ignorancia, no eran convenientes para sus gobernantes, pues en cualquier momento podían utilizar contra ellos su mejor arma: el conocimiento.
Esta situación que sucedió antes de nuestra era no resulta tan ajena a lo que actualmente está aconteciendo en el mundo. Una opinión contraria o diferente de un joven es tomada con poca seriedad y lo más triste, como una manera de rebelarse ante la sociedad. Actualmente en el país nuestros jóvenes están comenzando a hablar, levantar las manos, caminar en comunidad y defender sus puntos de vista.
Siguiendo con la educación griega, Platón tenía muchos discípulos que lo escuchaban con atención y trataban de seguir sus ideales filosóficos de la belleza, el bien y la virtud. Pero había un joven cuestionador, aquel que en sus cátedras necesitaba más explicación y que pedía ejemplos concretos de sus ideas: Aristóteles.
¿Cuántos Aristóteles conocemos en el siglo XXI? En las aulas, en el trabajo, en nuestra familia y es precisamente este último escenario el que debe servir como Academia para nuestros jóvenes.
Nosotros como padres de familia debemos motivarlos a cuestionar, a indagar, a aprender. Tal parece que hay temas que socialmente no se tocan en público, pero… ¿Qué tal platicarlos en casa? El éxito de estos “círculos de aprendizaje familiares” consiste en saber escuchar.
¿Conoces la opinión de tus hijos en temas relacionados a la política, la religión, la educación o el medio ambiente? Escucha, sólo escucha, que por tener menos años y estar en la adolescencia no significa que sus puntos de vista no son válidos. ¡Te sorprenderás del mundo de ideas que pasan por su cabeza!
Los jóvenes tienen voz, lo triste es que tienen que alzarla para ser escuchados. No se trata sólo de hablar, sino de aprender a argumentar. Las culturas antiguas no se equivocaban al invertir su tiempo en los jóvenes, pues además de escucharlos, los acompañaban uno a uno en su proceso de aprendizaje.
Juventud, divino tesoro, ¡Que tu energía siga resplandeciendo en la sociedad sin que nada ni nadie logre mantenerte enterrada y escondida en una tierra aún sin conocer!
(*) Avelina Jiménez Lozano, es Psicóloga con Maestría en Educación por la Universidad de Monterrey. Experta en temas de familia y pareja. Cuenta con la certificación para ser facilitadora de la herramienta pre-matrimonial FOCCUS. Ha participado en programas de desarrollo humano e inteligencia emocional en México y España. Actualmente es docente de asignatura en la carrera de Licenciado en Psicopedagogía, titular del curso Formación en el Amor y coordinadora de formación en la Universidad de Monterrey.
Contáctala en jimlav15@hotmail.com
Publicado el 6 de febrero de 2015 en
http://www.sexenio.com.mx/columna.php?id=8883
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