viernes, 22 de abril de 2016

Vulnerable

Por: Alida Maria Madero

La vulnerabilidad suena como la verdad y se siente como coraje.  La verdad y el coraje no siempre son cómodos, pero nunca son debilidad. –
Brené Brown


Mi estado en Facebook hace unos días fue: esta valiente mujer, hoy se siente vulnerable, mareada, adolorida y se queda en cama. Porque  también las súper heroínas nos enfermamos y las mujeres somos a veces frágiles.

Ahí estaba yo en una camilla con suero e incapaz siquiera de mover la cabeza; pero, tenía que ir a la oficina, debía de funcionar y resolver, ¡no puedo quedarme en cama! Raro en mí, nunca me enfermo, más bien no me doy permiso de enfermarme, de hacer un alto, de sentirme vulnerable. En esta ocasión el virus en mi cuerpo pudo más y estuve casi 48 horas fuera de servicio.

Y no siempre es por enfermedad, hay veces que no quieres subirte al mundo, ni quitarte el pijama,  ni resolver, ni explicar,  ni siquiera pensar y está bien. Es válido. Pero no nos lo permitimos, porque la vulnerabilidad nos conecta con aquella parte íntima nuestra que no nos gusta enseñar, porque  suele ser poner al descubierto nuestras inseguridades y miedos.

La verdad es que no es fácil. No nos enseñaron a manejar eso de ser vulnerable porque, creemos que es sinónimo de ser débil, inseguro inclusive pusilánime. Muchos de nosotros hemos sido educados así, si no eres una súper mujer no eres valiosa, en el caso de los hombres no puedes ser débil o mostrarte frágil porque te quita hombría;  y es que la vulnerabilidad es de esas “cosas” difíciles de abrazar, comprender e incluir en nuestras vidas, y en lugar de mirarla con respeto, le tememos y nos alejamos de ella tanto como sea posible.

En su libro ‘Fragil’  Brené Brown profesora investigadora de la University of Houston Graduate College of Social Work,  escribe que efectivamente las personas somos imperfectas, somos vulnerables, tenemos miedo, no siempre tenemos la solución a  nuestros conflictos, y es precisamente ahí donde radica nuestra belleza, nuestra imperfección nos hace más humanos, más auténticos. Nos aleja de la rigidez y del control de mantenernos en un falso estado de “seguridad” ante los demás, lleno de exigencia y de juicio, tanto del propio como del que le suponemos al otro. 

Se puede ser frágil, ¡tenemos permiso!  No por ser adultos tenemos el don de la fortaleza invulnerable. Nuestro cuerpo es frágil y nuestras convicciones y comportamientos pueden ser poderosos y firmes. Podemos ser fuertes en nuestra generosidad y nuestra capacidad de amar y vulnerables ante cualquier rechazo, ante el dolor o la enfermedad.

Brené Brown explica que también la vulnerabilidad es el lugar donde nacen la dicha, la creatividad, el sentido de pertenencia y el amor. Tener el valor, el coraje, de ser imperfecto y aun así ser capaz de amarse a sí mismo. 

Pero  ¿cuántos de nosotros nos permitimos sentirnos vulnerables en alguna ocasión? ¿Y cuántos lo admitimos tanto íntimamente como en público? En mi caso casi nunca, pero esos días con rotavirus me dieron una gran lección, no pasa nada si me bajo del  mundo un ratito, si me quedo quieta en un sillón o si digo que me siento realmente mal. Si “apapachamos” a los que amamos, pues hagámoslo con nosotros mismos también.


Como bien lo escribe Melody Beattie en su libro El lenguaje del adiós “No tienen nada de malo esos días. Parte de cuidar de nosotros mismos significa darnos permiso de 'deshacernos' cuando lo necesitamos. No tenemos por qué ser torres perpetuas de fortaleza."


(*) Alida Madero, es Ingeniero en Industrias alimenticias egresada de la Universidad de Monterrey (UDEM). Tiene diplomados en Logoterapia y Desarrollo Humano. Actualmente coordina el programa Foccus Prematrimonial en la Arquidiócesis de Monterrey, el cual  trabaja con las parejas que están comprometidas para contraer matrimonio. Contáctame en foccusmonterrey@gmail.com

lunes, 4 de abril de 2016

El secreto de la juventud eterna

Por Avelina Jiménez Lozano

Trabajo en una universidad y la energía de los jóvenes se vuelve tangible cuando decides rodearte de un grupo. En más de una vez me ha conmovido hasta las lágrimas, presenciar una actividad organizada por ellos, verlos en acción realizando las cosas que les apasiona, llena el alma y el corazón de cualquier persona.

Existen claros ejemplos en donde los jóvenes se desempeñan al máximo, invirtiendo su tiempo y esfuerzo. La experiencias que les deja el trabajar en este tipo de actividades es tanta, que se convierte en un parte aguas en su vida, queriendo repetir la experiencia cuantas veces sea necesario.

Un ejemplo son los grupos de jóvenes misioneros. Sin importar la religión, el participar de forma activa en la evangelización y el servicio con los más vulnerables hace que el joven saque lo mejor de sí. Desde largas y constantes preparaciones, hasta el momento de la misión, todo el proceso implica un esfuerzo extra. Que los jóvenes dejen su tiempo de descanso y lo inviertan en una comunidad, pareciera una idea algo utópica hoy en día, sin embargo, en este momento es toda una realidad.

La felicidad que brota de los jóvenes al saber que se acerca la hora de irse de misiones es tan palpable, que basta estar en el punto de reunión para observar sus caras de emoción y escuchar sus risas y cantos misioneros. En una conversación con Slendi Marines, coordinadora de Misiones Nacionales de la Universidad de Monterrey, textualmente mencionó: “¡Ya quiero que sea domingo de ramos, para irnos!

Otro grupo de jóvenes empapados de entusiasmo y energía son los que forman parta de asambleas o grupos estudiantiles. Los líderes de generación, no pueden dedicarse solamente a sus clases académicas, sino que buscan más actividades por realizar. Mientras unos alumnos se quejan que no tienen tiempo de hacer sus tareas…¡hay otro que no le importa quedarse en la universidad hasta altas horas de la noche con tal de planear y organizar eventos para la comunidad estudiantil!

Existen comentarios que descalifican la actitud de los jóvenes, criticando sus reclamos, su falta de madurez y su constante apatía. Esa es sólo una cara de la moneda. Ni todos los niños son perfectos, ni todos los adultos lo son. La situación con los jóvenes es interesante, ¡un abanico de opciones está a su disposición!

Mientras los jóvenes tienen una gran variedad de restaurantes que visitar, un largo listado de actividades por realizar el fin de semana e incluso una oferta de trabajo tan amplia, los adultos tienen sólo tienen una o dos opciones, las cuales se van limitando conforme la edad avanza, o eso parece. 

El secreto de la eterna juventud radica en evitar la rutina y buscar constantemente nuevos caminos por recorrer. Ese secreto no está en utilizar una crema o tomar ciertas pastillas, sino en rodearte de la energía juvenil y retomarla, hacerla nuevamente tuya. Estoy segura que al recordar tus aventuras juveniles, tu rostro tendrá una gran sonrisa y tu corazón latirá con la mismo fuerza y emoción que años atrás…¡Bienvenido a la eterna juventud!