Por Avelina Jimenez Lozano
Monterrey, México. Para la mayoría de nosotros el primer contacto académico que tuvimos fue el kínder. En aquellos tiempos no se acostumbraba ir a la guardería, así que los niños crecían y aprendían en casa hasta que llegaba el día de entrar a la escuela.
Para celebrar el día del niño, trasladamos algunos momentos del jardín de niños a la etapa adulta y aunque suena más aburrida y rutinaria, también es cierto que aún podemos regresar esos momentos de nuestra infancia a la época actual.
A continuación enlisto cuatro situaciones comunes que vivimos durante el kínder y las ventajas de regresar como adultos a vivirlas:
Pintar con varios colores. La actividad por excelencia de los niños es dibujar. Un niño con colores y papel se convierte en el mejor artista del universo. Como adultos, es momento de recordar el Picasso que llevamos dentro. Cuando el “burnout” (fatiga por el trabajo rutinario) nos haga ver algunas situaciones de la vida en blanco y negro, recordar que siempre estará presente una gama de colores que nos permitirá analizar el momento desde una perspectiva diferente.
Obsequiar cosas hechas con nuestras manos. ¿Recuerdas cuáles eran tus regalos en festejos como el día de la madre o el padre? Las manualidades eran el obsequio favorito de los niños y los adornos por excelencia de las casas durante algunos años. Actualmente existen aplicaciones que ofrecen muchas opciones de regalos hechos por nosotros mismos. Ahora bien, si las manualidades no son tu fuerte, siempre tendrás lápiz y papel para escribir una carta a esa persona especial. El hecho de recibir un mensaje del puño y letra de otra persona, ¡Será un obsequio muy valorado!
Asambleas y eventos patrios. Los aniversarios y conmemoraciones nacionales iban formando el respeto y el amor a los símbolos patrios. ¿Quién no recuerda un color específico de vestimenta para estas asambleas? Las maestras encargaban actividades específicas para entender qué se celebraba en ese mes y ahora, muchas veces lo que festejamos es el asueto, el descanso en sí, olvidando el significado de la fecha.
Bailar en eventos importantes. Antes éramos los protagonistas de los eventos, ahora nos hemos convertido en espectadores. Bailar libera endorfinas que provocan una sensación de bienestar y felicidad. De niños no éramos expertos en baile, pero éramos los dueños de la pista. No necesitábamos tener un certificado en danza, simplemente nos movíamos y nos dejábamos llevar por el ritmo. Cierra tus ojos, escucha alguna canción que te guste y comienza a mover tu cuerpo.
¿Recuerdas algún otro momento de esta etapa y que puedas seguir aplicando ahora de adulto? Dibujar, cantar, recortar, pegar y jugar son actividades básicas de esta etapa y que siguen utilizándose como estrategias de integración y análisis en diversos grupos profesionales y empresariales. ¡La etapa adulta sería muy diferente si de vez en cuando nos convirtiéramos por un día en alumnos de educación preescolar!
¡FELIZ DÍA DEL NIÑO!
(*) Avelina Jiménez Lozano, es Psicóloga con Maestría en Educación por la Universidad de Monterrey. Experta en temas de familia y pareja. Cuenta con la certificación para ser facilitadora de la herramienta pre-matrimonial FOCCUS. Ha participado en programas de desarrollo humano e inteligencia emocional en México y España. Actualmente es docente de asignatura en la carrera de Licenciado en Psicopedagogía, titular del curso Formación en el Amor y coordinadora de formación en la Universidad de Monterrey.
Contáctala en jimlav15@hotmail.com
Publicado el 29 de abril en:
http://www.sexenio.com.mx/columna.php?id=9206