miércoles, 3 de diciembre de 2014

Protagonistas y conductores de nuestra vida

Por Alida Maria Madero


"Además de las otras cosas que hago para cuidar del  ‘yo’,  el ‘tu’ y el ‘nosotros’ invierto en mí mismoy en los demás ese minuto extra¡Y esa es toda la diferencia!Spencer Johnson


Monterrey, México. Protagonistas y conductores de nuestra vida, ¿lo somos realmente?  O nos sucede que centramos nuestra felicidad y nuestro ser persona, en los  sueños, madurez y talentos de otra persona. Vaya que nos pasa, no solo en nuestra relación de pareja, también en los padres e hijos, de amistades, y de trabajo.
La persona es un proyecto que día a día se construye; a partir de la convivencia, de descubrir y desarrollar sus talentos, de su capacidad para soñar y establecer metas que le permitan ampliar su horizonte personal. Y de reconocerse en forma plena como el protagonista y conductor de su vida.
Pasa cuando somos dependientes: la otra persona me cuida, me da valor, me hace feliz, me soluciona los problemas, es la persona que me llena; pero también es quien me hace infeliz,  quién me lastima, me hiere, por su culpa me siento mal; si fuera de otra manera todo sería distinto, por tanto, el otro tiene que cambiar.
Y son esas expectativas respecto a lo que el otro debe hacer, a lo que esperamos de los demás, que al no cumplirse, nos provocan habitualmente frustración, tristeza, soledad, impotencia, desamparo. Cuando somos dependientes llegamos a cualquier relación con una serie de preconceptos sobre lo que debe ser el vínculo y elaboramos internamente una larga lista de los “deberías” del otro.
Darme cuenta que yo soy responsable de mi vida, soy el protagonista de mis actos, me hago responsable de mis sentimientos, me cuido,  tomo la responsabilidad de mis decisiones y acciones, asumo las consecuencias de mis equivocaciones, por tanto: yo quiero y puedo cambiar.
Es entonces que nos volvemos interdependientes, personas que no dependen del otro para ser; seremos capaces de pensar y analizar los problemas por nuestra cuenta, obtenemos dentro de nosotros mismos la sensación de valía y fortaleza interna.
Aceptando al mismo tiempo que las necesidades, las opiniones, los intereses, los gustos, los valores del otro son tan valiosos y legítimos como los míos, son tan válidos como los míos, son tan verdaderos como los míos.
Entender esto es muy importante en todas nuestras relaciones, cuando las personas piensan y viven como seres interdependientes, están preparadas para el NOSOTROS.
Quiere decir que nosotros  podemos pensar en soluciones creativas; nosotros ganamos el partido de fútbol, baloncesto, voleibol; realizamos este proyecto de trabajo, etc. Nosotros nos valoramos y apoyamos mutuamente.
En el caso de la pareja pasa a ser una suma de dos individuales que tienen un proyecto de vida compartido. Nosotros lo hacemos, decidimos, elegimos, podemos combinar nuestras capacidades y talentos para lograr mejores resultados.
Larry y Judi Keeufaver en el libro Verdades irrefutables de la paternidad  dicen que en la familia, cuando los integrantes son personas interdependientes se ayudan unos a otros a lo largo de toda la vida. Caminan a lo largo de su existencia apoyándose, afirmándose y ayudándose mutuamente.
Si uno tropieza, los otros le ayudan a levantarse; si uno sobresale, los otros se alegran. Porque está integrada por individuos que toman sus propias decisiones, pensando en función de las decisiones familiares.
Una persona interdependiente no pierde al compartirse con los demás, sino que gana con las experiencias de quienes le rodean. ¡Esto es maravilloso! Se siente bien escuchar y sentirse escuchado; mirar y que te miren; llorar y que te apapachen; sonreír y que compartan tu alegría. Tenlo en cuenta. Ser protagonistas y conductores de nuestra vida.



Publicado originalmente el 5 de nov de 2014 en http://www.sexenio.com.mx/columna.php?id=8526


(*) Alida Madero, es Ingeniero en Industrias alimenticias egresada de la Universidad de Monterrey (UDEM). Tiene diplomados en Logoterapia y Desarrollo Humano. Actualmente coordina el programa Foccus Prematrimonial en la Arquidiócesis de Monterrey, el cual  trabaja con las parejas que están comprometidas para contraer matrimonio.

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