viernes, 29 de noviembre de 2019

Los padres, custodios de la libertad

Por: Martha Salim Naime


                Educar es introducir a la realidad, a lo que es y existe, no a lo que aparenta ser.
 —Luigi Gussani.




La libertad en inherente a la persona; nacemos con ella. Durante los primeros años de vida los padres son los responsables de custodiar la de sus hijos, ya que por sí mismos no pueden tomar ciertas decisiones, como: a que escuela asistir, que ropa usar o en qué ambiente crecer.
¿Prefieres cenar quesadilla o cereal?; ¿quieres ponerte short o pantalón? Con este tipo de preguntas se comienza a temprana edad con el entrenamiento en el uso de la libertad. Los niños aprenderán que toda decisión tiene sus propias consecuencias.
La misión de los padres en la educación de la libertad en los hijos supone retos continuos y exige una mayor preparación. Será necesario exigir, pero también comprender; guiarlos y corregirlos; enseñarles a hacer cosas por sí mismos y tener la paciencia suficiente para que ellos lo hagan a su propio ritmo, como aprender a comer con cuchara o a atarse las cintas de los zapatos cuando el tiempo apremia para llegar al colegio.
 La custodia de la libertad va cediendo paulatinamente y requiere constancia. Hacer por un hijo algo que es capaz de hacer por sí mismo, lo perjudica en vez de ayudarle;  lejos de fomentar un valor se alimenta un vicio que será más difícil erradicar.
Ser padres es una escuela en dos vías: por un lado se les enseña a los hijos y por otro se aprende y se crece en valores como: la paciencia, la tolerancia y la confianza. Educar es una responsabilidad intransferible.
El amor es el ingrediente clave, que no debe faltar en ninguna situación; ni al animar ni al reprender; ni al premiar o al castigar. Con amor se forja en los hijos a personas seguras de sí mismas. El saberse querido y aceptado lleva al niño a explora el mundo desde un ambiente protegido.
Aunque el niño no sea consciente de que es libre, aprende a manifestar la forma en que se siente satisfecho. Por ejemplo, si un bebé tiene calor y  lo abrigan llorará hasta que sus padres lo complazcan, y en una interacción de ensayo y error unos tratarán de expresarse y los otros de empezar a conocer a cada hijo.
El uso de la libertad orientada  desarrolla la responsabilidad. La relación entre ambas se hace cada vez más estrecha, al grado en que no hay libertad sin responsabilidad ni responsabilidad sin libertad. “El ambiente de libertad se consigue, sin darnos cuenta, cuando el matrimonio es fiel, se ama y se respeta” sostiene el orientador familiar Eusebio Ferrer.
Cuando es necesario reprender o castigar, si los padres le explican al hijo sus razones basadas en el  amor, el niño entenderá que sus padres buscan cualidades (en ellos) que los hagan hábiles para interactuar el resto de su vida. Hoy en día la influencia del medio ambiente sobre los hijos es cada vez mayor, por lo tanto exige a los padres preparación, no en temas de moda que no han probado resultados.
Leer o tomar cursos de pedagogos reconocidos nutrirá la experiencia personal que, como hijos tuvieron en sus propias familias. El sentido común es fundamental. Cada hijo es un caso y la estrategia que ha dado resultado con uno, quizá no resulte eficaz con otro. Durante la adolescencia los jóvenes buscan experimentar con su libertad y toman decisiones sin consultar con sus padres, como tatuarse, hacerse piercing o abandonar los estudios. Más allá de la reacción que los padres tengan, los jóvenes aprenderán que el uso de su libertad tiene consecuencias.
La base de toda educación en la libertad es el amor. Por amor, los padres sabrán cuando y como resolver los retos que los hijos presenten. Por amor entre ellos mismos, establecerán las normas y valores sobre las cuales construirán la educación de sus hijos. Por amor, dirigirán sus esfuerzos a incrementar la capacidad de amar de sus hijos.
Ningún hijo es propiedad de los padres; se pertenecen a sí mismos y son dueños de su libertad, sin embargo no pueden hacer uso de ella porque desconocen cómo hacerlo.  El tiempo y la madurez de cada hijo señalarán el momento en que sus padres deben dar por terminada la tarea de ser custodios de la libertad de su hijo.

(*) Martha Salim Naime. Es Administrador de Empresas con Maestría en Ciencias del Matrimonio y la Familia y diplomado en Tanatología por el Instituto Superior de Estudios para la Familia (Juan Pablo II). Cuenta con la certificación para ser facilitadora y entrenadora de la herramienta pre-matrimonial FOCCUS. Actualmente se desempeña como consultor familiar y tanatóloga en @Speeka_mx