sábado, 16 de noviembre de 2013

De novio encantador a esposo abusador

por Martha Salim Naime



¿Qué pasó con aquel novio galante, atento, amable y seductor? ¿Se perdió en alguna parte del camino? ¿Acaso, surgió de la nada ese individuo mal encarado y violento? En realidad no, siempre estuvo ahí, solo que las señales eran casi imperceptibles;  la espiral de la violencia apenas comenzaba.  A pesar de las constantes descalificaciones, había disculpas pensando que, por amor, pronto cambiaría.

No es fácil detectar la violencia emocional o psicológica en las relaciones de pareja. A simple vista parece que no existiera, sobre todo, cuando no hay evidencias de maltrato físico; sin embargo, al observar y escuchar activamente a quienes la padecen es casi imposible no darse cuenta. A pesar de lo que viven, muchas de las víctimas evitan alejarse o delatar abiertamente a sus agresores porque tienen miedo de provocar una reacción que no desean.

Según datos del INEGI el 89% de las mujeres que han sufrido violencia ha padecido la violencia emocional o psicológica. En muchas ocasiones más devastadora que la física; la define como: “todas aquellas formas insidiosas de tratar a la mujer con el fin de controlarla o aislarla, de negarle sus derechos y menoscabar su dignidad, tales como los insultos, menosprecios, intimidaciones, imposición de tareas serviles y limitaciones para comunicarse con amigos, conocidos o familiares.” (ENDIREH, 2011)

La violencia emocional es la única forma de violencia que puede presentarse de manera aislada o junto con los demás tipos: física, económica, sexual, económica, patrimonial o laboral.  Puede darse tanto en el ámbito privado como en el ámbito público. No hay distinción de edad, estrato social, estado civil o formación académica. Las formas más comunes son: dejar de hablarle e ignorar o no tomar en cuenta a la pareja.

El agresor tiene, por lo general, un alto grado de tolerancia a la descalificación o al abuso; su historia suele comenzar en la infancia, ya que probablemente ha crecido en un entorno en el que la violencia verbal o física ˗o ambas– fueron medios que se usaron para conseguir fines.

Utiliza como mecanismos de defensa ser seductor, encantador y manipulador. Suele ser egocéntrico, dominante y tiene mal temperamento; cuando aumenta la espiral de la violencia, llega a ser violento y agresivo. La raíz de su problema es el miedo; “el más ignorante, el más injurioso y el más cruel de los consejeros” afirma Edmund Burke.

La pregunta que nos hacemos todos es: ¿por qué muchas mujeres aguantan en este tipo de relaciones?  Por supuesto que no hay una respuesta sencilla a una dinámica de pareja que desde el inicio es compleja. La mujer agredida suele ser una persona sumisa, con cierto grado de incredulidad ˗no puede creer que eso le esté pasando a ella˗. Ademas, si su autoestima no es muy sólida, ésta se irá resquebrajando a medida que progrese la relación.

La psicóloga Leonore Walker, fundadora del Instituto de violencia domestica,  afirma que la Teoría del Ciclo de la Violencia ayuda a explicar este hecho. La violencia no es una constante en la relación de noviazgo o matrimonio. Esta se ve interrumpida por ciclos de alta tensión y de comportamiento amable y cariñoso por parte del agresor.

La primera fase del Ciclo de la violencia es la de aumento de tensión: ocurren incidentes menores y  ella no espera ser agredida; todo lo contrario, cree que si hace lo que tiene que hacer evitará que el enojo de él aumente; si no lo logra: se culpará a si misma.

En la segunda fase, explosión o incidente agudo de la violencia.es cuando explota la bomba: tanto el agresor como la mujer agredida aceptan que su ira está fuera de control. Con frecuencia ambos relatan que fue la suma de pequeñas molestias las que provocaron el incidente agudo de agresión. La brutalidad está asociada a esta fase.

La etapa final, luna de miel,  es bienvenida por ambas partes. El agresor es nuevamente el protagonista, solo que ahora su comportamiento es sumamente cariñoso, amable y de arrepentimiento. Sabe que se le pasó la mano y ahora trata de compensar con atenciones, regalos o simplemente con palabras de consuelo. El agresor tiende a minimizar lo sucedido, a trasladar la culpa y/o a negar lo sucedido. En esta etapa hay un inusual periodo de calma, que cabe mencionar, es cada vez más corto a medida que el espiral de la violencia avanza.

El psicólogo y escritor norteamericano, Martin Seligman, afirma que la "Teoría de de la indefensión aprendida"  ayuda a explicar el síndrome por el cual, una persona se inhibe frente a situaciones que le provocan dolor o aversión, cuando las acciones que ha tomado para evitarlo no le han dado resultado y termina por desarrollar actitudes pasivas ante ese tipo de situaciones. La respuesta de la victima es de ansiedad y alerta permanentes ante la situación de inseguridad del maltrato y ante la pérdida de capacidad para predecir consecuencias de sus actos.

La Indefensión Aprendida puede conducir a la persona a creer, falsamente,  que es más incapaz lo que es en realidad. Esto puede conducirles a tomar malas decisiones, lo que resulta en una situación peor y un círculo vicioso de depresión. La continua exposición a los malos tratos y al desprecio, provoca en las víctimas, en su mayoría mujeres, un desgaste psicológico que, como consecuencia, genera en ellas sentimientos de desamparo e incapacidad para lograr sus metas y proyectos de vida, dejando como consecuencia, en la mayoría de los casos, un estado de depresión.

¿Qué hacer?

Si se trata de una relación de noviazgo, unión libre o matrimonio, hay que poner los pies en la tierra y dejar de soñar: nadie tiene el poder sobre otra persona para hacerla cambiar; ni con todo el amor o la delicadeza de que sea capaz. No hay que justificar lo injustificable ni disculpar lo no disculpable. Lo mejor es alejarse a tiempo del agresor. En cualquier  tipo de relación conviene reconocer las señales de alerta, no prestarse a su juego y poner en palabras lo que está pasando. Identificar los sentimientos que produce esa relación.

Es importante evitar el autoengaño y creer que si tú cambias el agresor cambiará. Una persona que abusa emocionalmente de otra es una persona que tiene problemas psicológicos y necesita ayuda profesional. Las personas agresivas tienen problemas de conducta y solo depende de ellos mismos y de su voluntad por querer sanar su pasado y reconstruir su presente de cara a un futuro prometedor. El caso del agresor, es un tema que amerita un desarrollo adicional, ya que en su momento, pudo haber sido víctima también.



(*) Martha Salim Naime. Es Administrador de Empresas con Maestría en Ciencias del Matrimonio y la Familia y diplomado en Tanatología por el Instituto Superior de Estudios para la Familia (Juan Pablo II). Es consultor familiar y cuenta con la certificación para ser facilitadora de la herramienta pre-matrimonial FOCCUS. 


Puedes contactarla en: cosas.defamilia.nl@gmail.com

sábado, 10 de agosto de 2013

¿Te quieren tus suegros?

Por Fernando y Paty González
¡Qué pregunta! Si tu respuesta fue no. Te felicito. Eres una persona normal. Así inicia, generalmente, la relación con los suegros.
Pero analicemos un poco, ¿por qué habrían de quererte tus suegros? Te has llevado a su hija o hijo. Sí, ése que tanto cuidaron durante 20 o 30 años. A quien dieron educación, cuidados, estudios, tiempo y dinero. Eres el ladrón o ladrona de su princesa o de su príncipe. Según los suegros, el yerno es “el zopilote” y la nuera es la “vieja lagartona” que se llevó a su hija o hijo. ¿Cómo te van a querer?
Te invito a analizar la situación. El fenómeno que se presenta es simple. Se está arrancando a un hijo o hija de los brazos de sus padres y eso les duele. Imagínate que eres el padre o madre y tu hija o hijo es tu proyecto de vida al que le has invertido todo lo que eres y lo que tienes. Y ese hijo o hija, de buenas a primeras, te dice: “ya me voy a casar. ¡Ah! Y necesito dinero para la boda”. Sinceramente, te dan ganas de decirle: “No puede ser, ¿cómo me haces esto?”. Pero como no se lo puedes decir, te vas en contra del culpable del asunto que es su futura o futuro cónyuge. Bajo esta perspectiva, es totalmente normal que los suegros no quieran a su yerno o nuera. Ese fenómeno emocional, se llama en psicología el desprendimiento.
Dice el psicólogo José Manuel Bezanilla en su artículo Desprendimiento y Matrimonio: “El matrimonio significa la separación de los padres y la transformación de las relaciones que se mantienen con las familias de origen”. (1)
Hace 30 años, al poco tiempo de casados, le dije yo, Fernando, a mi esposa, Paty: “Sabes, mi amor, me he dado cuenta que tu mamá no me quiere”. Inicialmente, Paty se molestó conmigo y me dijo: “pero cómo se te ocurre decirme eso si mi mamá es muy buena, es solo tu imaginación”. Luego, analizó el asunto, observó y constató que su mamá no me trataba bien. ¿Cómo me iba a querer si me había llevado a su hija a 800 Km de distancia?
Cuando te das cuenta que tu suegros no te quieren, tienes dos opciones: sigues la guerra y el pleito de por vida o te preguntas: ¿Qué puedo hacer para mejorar la relación con ellos?
El cuestionamiento natural que se hacen los yernos o nueras es: “¿Por qué yo debo tomar la iniciativa para mejorar la relación? Mis suegros también deberían esforzarse para entenderme”. La respuesta es simple, porque tú te llevaste el proyecto que ellos formaron. Eres el beneficiario del tesoro más preciado que tus suegros te entregaron, su propio hijo o hija. Ciertamente los suegros también deberían poner mucho de su parte, pero eso se da como respuesta a la iniciativa del yerno o la nuera.
Lo que hicimos nosotros fue hacer un plan de acción para mejorar la relación con nuestros suegros. No fue fácil, cuesta esfuerzo y atención. Fernando tomó la iniciativa, decidió tener muestras de cariño frecuentes con su suegra. Regalitos, llamadas para saludar, lavar los trastes, servir en las comidas familiares, decirle que la quieres y que es importante para ti, llevar una flor, ser agradecido siempre, etc.
En resumen, se trata de conquistar a los suegros con muestras de amor. Se los recomendamos ampliamente. Es muy saludable. Sabemos que no es fácil, pero vale la pena el esfuerzo. Fernando reconquistó a su suegra. Él ahora dice que es su segunda madre y que su suegra es casi tan buena como la de su esposa, que es, por cierto, maravillosa y Paty está muy feliz.
Y tú: ¿Qué vas a hacer para mejorar la relación con tus suegros?

Publicado el 10 de agosto de 2013
http://www.sexenio.com.mx/columna.php?id=5865

miércoles, 22 de mayo de 2013

¡A estudiar lejos de casa!

Por: Martha Salim Naime

Monterrey, México Cuando se es joven los aprendizajes de la vida se dan a diario y siendo universitario, las verdaderas lecciones se aprenden cuando se deja la tierra que los vio nacer para estudiar.
Y es que hoy en día es cada vez más común que los jóvenes universitarios busquen opciones para estudiar lejos de casa, ya sea en el extranjero o en otra ciudad del país; por un semestre, un año o toda la carrera. En ocasiones también el postgrado.
Las oportunidades las tienen a la mano porque los acuerdos y convenios entre universidades nacionales y extranjeras, ya sean  públicas o privadas; así como las becas que ofrecen los países por medio de sus embajadas y ciertas organizaciones, facilitan el proceso e incentivan a los jóvenes a lanzarse a esta experiencia lejos del seno familiar.
Si bien el objetivo es académico y de conocimientos, éste no es el único valor que se adquiere al irse a estudiar a otro país.
Responsabilidad, el aprecio a las cosas y la familia, son algunas lecciones para los universitarios, quienes aprenden a madurar conforme se hacen responsables de su tiempo y dinero.
Todo inicia desde que se toma esta decisión: lo primero que un joven universitario hace es trazarse un plan de acción para conseguir su objetivo. Esto lo lleva a recabar papelería, llenar solicitudes, hacer presupuestos de gastos, en fin, todo lo necesario para realizar y concluir el trámite dentro de los plazos establecidos.  Aprende avalorar el tiempo.
Luego, cuando llega el momento del viaje, el universitario tiene responsabilidad plena por su persona, su dinero, sus cosas y sus documentos personales. Cualquier descuido puede trastornar o arruinar sus planes. Aprende avalorar las cosas materiales.
Despedirse de los amigos con añoranza y promesas de estar en contacto permanente mediante redes sociales o visitas esporádicas, es uno de los pasos más difíciles. Alejarse de los amigos de toda la vida y para toda la vida, no es fácil por lo que se viaja con el anhelo y el deseo de encontrar personas que se sumarán a la lista de amigos entrañables. Será triste despedirse de ellos también. Es con ese sentir que se valora la amistad.
Al llegar a la ciudad donde la Universidad espera… también espera otra cultura, en ocasiones otro idioma, otra comida. Costumbres y medios de comunicarse y transportarse diferentes. Inconscientemente se compara con el propio. Algunas cosas las cambiaría para mejorar, pero otras no, por nada del mundo. Y se comienza a valorar la nación.
Cuando el estudiante llega al lugar donde va a vivir y se instala, ya sea residencia universitaria, cuarto, departamento compartido o casa de asistencia, empieza una serie de ajustes en su espacio: con su persona, con sus cosas, con sus recuerdos. De pronto el colchón y la almohada, la iluminación y la ventilación de la casa familiar, son importantes. Ahí se valora el hogar.
A medida que el joven se va ubicando y asentando, siente fascinación por la experiencia que está viviendo y sabe que sin el apoyo y esfuerzo de su familia, no lo hubiera logrado. Aunque esté feliz viviendo la experiencia, se extrañan la convivencia familiar, los guisos de mamá y hasta las llamadas de atención de papá. Se siente nostalgia por no poder estar en las fiestas de los hermanos o los primos, por las bodas, bautizos y primeras Comuniones a las que no podrá asistir. Se valora a la familia.
Finalmente llega el primer día de clases. Se conocen los salones de clases, los maestros y los compañeros de estudios. En ese ambiente se vivirá y convivirá por el tiempo que dure la preparación. Se conocerán distintos estilos de impartir cátedra, de elaborar y valorar trabajo o proyectos y de presentar exámenes. Se estudiarán materias que quedarán plasmados en la boleta de calificaciones o el documento formal que expida la institución. Se valora el sistema educativo del país.
Fuera de su ambiente familiar, se valoran a sí mismos y de lo que son capaces. En el ambiente estudiantil foráneo donde no hay que pedir permisos, se preguntan constantemente si deberán o no hacer ciertas cosas o ir a ciertos lugares. Cuando sus decisiones son equivocadas, tienen que asumir las consecuencias. Se valoran sus creencias.
No cabe duda que estudiar lejos de casa, académicamente hablando, la experiencia es muy grande, pero es mucho más grande en lo personal y comunitario, en lo humano y en lo material. Algunas personas hacen conscientemente todas estas valoraciones y agregan toda esta riqueza a su bagaje personal y valoran sus valores.

@Cosas_deFamilia
La autora cuenta con Maestría en Ciencias de la Familia

Publicado el 22 de mayo de 2013:
http://www.sexenio.com.mx/columna.php?id=5408

miércoles, 15 de mayo de 2013

Día del Maestro

Por: Alida María Madero Fernandez
Monterrey, México.-  En 1918, se celebró por primera vez en México el Día del Maestro. La propuesta pretendía que se instituyera un día en homenaje a los maestros.
Siempre he pensado que el ser maestro es una vocación,lo llevan en la sangre, y como toda vocación plenamente realizada los que la tienen son personas que él enseñar, el trasmitir conocimiento los hace felices, da igual la materia,  lo que importa es el deseo de que el "alumno" aprenda. Ser maestro o maestra es una de las actividades humanas con mayor trascendencia e impacto en la sociedad.
Y la verdad es que no cualquiera puede ser un buen educador, no basta sólo con ponerse al frente de un público y hablar continuadamente sin interrupción. No todo aquel que da tareas es buen maestro ni quien dicta apasionadamente ni quien evalúa a los alumnos con una cierta frecuencia. Nada de eso sirve si no está enamorado de su profesión.
Quién de nosotros, cuando recordamos a nuestros maestros, sobre todo en aquellos que dejaron huella, evocamos no  la materia que impartían, sino en cómo nos marcó su manera de enseñar, su pasión, su entrega y generosidad. Considero que todos mis maestros han contribuido a configurar la persona que soy.
Esa vocación a la que me refiero debe de hacerlos felices al descubrir en los ojos de cada uno de sus alumnos ese brillo especial cuando se dan cuenta de que comprendieron y aprendieron. O al vivir esa especial experiencia  de cuando llegan los alumnos el primer día y ver como en el transcurso del año escolar se va  transformando  y creciendo en muchos aspectos.
Porque a los estudiantes hay que desafiarlos. Puede que sus criterios no estén del todo formados, pero esa precisamente es la función del maestro: no convencerlos de algo sino hacerlos llegar a ese algo por cuenta propia
Tener el reto de prepararse en esta época donde la tecnología puede ser una maravillosa herramienta didáctica,  y sentir el desafío de cautivar a unas generaciones más indiferentes e incluso apáticas ante el bombardeo de tanta información. Querer ayudarles  a aprender a discernir lo que de esa marea de conocimiento les sirve  y que es basura, eso debe de ser apasionante, si no, no tienes esa vocación de educar, de enseñar, de formar.
Hace unos días leí un artículo donde  un maestro, Rafael Puig  dice: “es ingrata y a veces injusta mi profesión. Soy maestro porque se me ha concedido el privilegio de construir mundos posibles y soñar con universos imposibles. Porque comparto el cambio para mejorar y a veces también hago que el cambio ocurra.
Soy maestro porque cada día aprendo el doble de lo que enseño. Porque es la única forma que existe de ganarlo todo sin perder nada. Soy maestro porque me siento como el alfarero tomando en mis manos mentes inocentes que al pasar por mis clases se convertirán, contando siempre con la ayuda de Dios, en preciosos elementos de la alfarería social.”
“Y también soy maestro porque me agrada el ceño arrugado del estudiante incrédulo, los ojos entrecerrados del que duda, la pregunta ingenua del confundido, la afirmación retadora del hombre crítico... esos gestos, esas acciones y sus dueños, me avisan que sigo siendo humano y que puedo equivocarme.”
¡Eso es tener vocación!
Y es por eso que  a veces me frustra en este país nuestro, que cuando se habla de los ‘maestros’ inmediatamente se transforma en una profesión altamente devaluada si se le asocia con la política, medios de comunicación y poder. Y no  puedo más que pensar en la cantidad de aquellos  maestros con verdadera vocación, con ansias de trasmitir a sus alumnos el conocimiento, de prepararse y de crecer.
Porque enseñar es estar lleno de esperanza, sembrador de sueños y forjador de progreso.
¡Gracias maestro, maestra  por tu vocación y entrega!

Publicado el 15 de mayo de 2013:

viernes, 10 de mayo de 2013

De generación en generación

Por: Martha Salim Naime
Monterrey, N.L. En nuestro país es común celebrar el día de las madres. Es una tradición que tuvo su origen a principios del siglo pasado, pero tiene sus raíces en la civilización Azteca, que ya honraba la maternidad.
Celebrar a las madres es celebrar la vida. Una vida que engendra a otra.
El tiempo, la moda, la ciencia y la tecnología, imponen cambios,  sin embargo hay algo que todos tenemos en común: un seno materno nos albergó, protegió y alimentó,  desde la procreación hasta que vimos la luz por primera vez.
Es el común denominador de toda la humanidad, independientemente del tipo de familia en la que cada quien ha crecido y se ha desarrollado. La madre es la proveedora de generaciones, gracias a ellas el género humano no se ha extinguido.
La primera voz que escuchamos y reconocimos, aún sin darnos cuenta, fue la de mamá.  Por medio de ella recibimos nuestra herencia biológica; estatura, color de ojos y de tez, tipo y color de cabello, tipo de sangre y el ADN; elementos que nos hacen ser personas individuales y exclusivas y nos diferencian de las demás.
Las primeras señales de afecto se reciben de mamá, es el contacto vital con el mundo; por ella conocemos, nos alimentamos, interactuamos y aprendemos a expresar nuestros afectos.
Ser madre es un privilegio y un gran compromiso. La Vida, ha concedido a algunas mujeres la maternidad biológica, es decir, la oportunidad de concebir y dar a luz a una creatura, pero a ninguna le ha negado la maternidad espiritual. Cualquier mujer posee la capacidad de depositar cariño, ternura y cuidado a otros niños.
Es el caso de las tías y las abuelas, ellas encuentran en los hijos de otros la oportunidad de demostrar su capacidad de entrega y  amor. Ellas son su propio límite. Quienes hemos tenido la suerte de tener a alguien así en la familia, hemos conocido otra forma de expresar afectos y de ser mamá.
La madre es el eje de una familia, la principal transmisora de fe y de valores. Mamá es consejera, auxiliar, enfermera, asistente, maestra. Del trato con ella, los hijos varones aprenden a tratar y a relacionarse con las mujeres en su vida adulta y las niñas a ser hijas, amigas, mamás y esposas, en una sola palabra: ¡a ser mujer!
El amor de mamá se distingue de todo tipo de afecto. Es incondicional y gratuito. No pone condiciones ni tiene expectativas. Ama a sus hijos ‘porque si’ y ‘porque son’ y ‘a pesar de lo que son’. El amor de mamá deja en el hijo una sensación interna de “ser valioso”, no solo para ella sino para los demás.
Jill Churchill afirma que “No existe la madre perfecta, pero hay un millón de  maneras de ser una buena madre”.
Aprovechemos esta celebración del día de las madres, para recordar que la fecha no es lo importante, sino el reconocimiento al valor del legado que han dejado en nuestras vidas.

Publicado el 10 de mayo de 2013

miércoles, 8 de mayo de 2013

En el Clásico Regiomontano: ¡A respetar las diferencias!

Por: Martha Salim Naime

#siemprevigente #clasicoregiomontano

En menos tiempo de lo que hubiéramos pensado seremos testigos de dos juegos más entre los Tigres de la UANL y los Rayados del Monterrey. Los dos equipos de futbol de casa se enfrentarán por lograr un espacio en la liguilla.
Al mismo tiempo en el que se piensa en los juegos, se está planeando cómo y dónde serán las reuniones para ver los partidos, esto representa motivos de encuentro con los amigos y la familia; excelentes oportunidades para una sana convivencia.
Y para convivir sanamente, el respeto es primordial. La célebre frase de Benito Juárez: “El respeto al derecho ajeno es la paz”, viene como anillo al dedo. Nada mejor que disfrutar de la fiesta deportiva local que en santa paz. Ya que las diferencias en los modos de ser y de sentir pueden llegar a conflicto, si se rebasa la barrera del derecho ajeno.
Tener una buena relación con los demás fortalece los vínculos de afecto y mejora la autoestima de cada uno de los miembros del grupo o de la familia.
Como cada quien es libre de elegir, es común ver que en una misma familia haya seguidores de ambos equipos. Estas diferencias en gustos no tienen por qué manifestarse en provocaciones, ataques o agresiones; por el contrario, son oportunidades para que se practiquen valores que fortalezcan los lazos de la relación familiar.
Los padres que aprovechan eventos como el Clásico regiomontano para sembrar valores en sus hijos, están promoviendo la amistad, la solidaridad, la tolerancia, la templanza y la empatía entre ellos.
Predicar con el ejemplo es más eficaz que las palabras. Enseñar a los hijos con la propia conducta es más efectivo y deja raíces más hondas.
Las personas que practican algún deporte de grupo, saben que ganar o perder es un esfuerzo del conjunto, que las individualidades restan en vez de sumar. Que no gana el que juega mejor o tiene la posesión del balón la mayor parte del tiempo, sino el que, al final queda con el gol de ventaja.
Dos juegos más del Clásico del norte, pueden significar para muchos una experiencia más allá del futbol. Para aquellos que no conocen mucho de reglas y términos futbolísticos, es una oportunidad de involucrarse. Para las esposas, novias, hijas o padres que no tienen un alto grado de interés por los juegos, es una oportunidad de intervenir y conocer los puntos de vista de los demás.
Gane quien gane, recordemos que las competencias son solo un deporte, que son oportunidades de convivir, que se pueden disfrutar siempre y cuando se tome en cuenta a los demás.

Mail:  cosas.defamilia.nl@gmail.com

·         La autora cuenta con Maestría en Ciencias de la Familia