lunes, 29 de agosto de 2016

Fotografias, la vida en imágenes

Por Martha Salim Naime


             El lente no capta la misma belleza que el ojo, sin embargo, le da vida eterna.
Martha Salim


La fotografía se creó para perpetuar imágenes, y desde la primera caja oscura y hasta la fecha, la evolución ha sido para hacerlo mejor,  más rápido y de mayor calidad. Sin fotografía no habría registros del pasado, la historia perdería la memoria y no seríamos conscientes de nuestra evolución ni la del entorno. La fotografía es la memoria del ayer y el testimonio para el futuro de un acto del presente.

Sin la fotografía seriamos incapaces de encontrar el parecido entre un recién nacido y sus papas o hermanos mayores o el avance de una construcción;  todo sería especulación. Una imagen unifica los criterios porque lo que ahí se ve, va más allá de la percepción o interpretación personal de hechos o sucesos.

Recibí mi primera cámara como regalo de cumpleaños. Mi Kodak Pocket Instamatic con flash incluido, venía en una caja con un rollo de 12 exposiciones y un cordón para sujetarla en la muñeca. A diferencia de la que usaba mi papa, no era necesario ajustar el foco ni  rebobinar el rollo de película, porque venía protegido en un cartucho negro. Había que ser muy selectivo para tomar las fotos, y estar seguras de la imagen que se pretendía conservar.

Creo que heredé de mi papa el gusto por preservar recuerdos familiares mediante fotos y películas; recuerdo domingos en mi infancia en los que se organizaron reuniones familiares para ver algunas de las películas que él había tomado: una Primera Comunión, del día de campo o la sorpresiva nevada en las montañas del Real del Monte.  La paciencia era importante, porque que tardaba más  tiempo en acomodar y cambiar los rollos que lo que duraba la proyección.

Las fotos y películas que les tomé a mis niños en sus concursos de gimnasia, festivales de baile o con los cachorros recién nacidos fueron tarea más sencilla. Las cámaras de fotos ya eran de 36 exposiciones y con el revelado e impresión las recibía también en formato digital. Con la cámara de video podía filmar por más de una hora; y lo mejor de todo era que no era necesario el proceso de revelado; con insertar el casete en la videograbadora era suficiente para comenzar a revivir.

Disfrutamos los videos incontables veces y nunca faltó que alguno de los niños me preguntara que porque yo no había estado ahí; por su edad no podían comprender que ese video no existiría si “alguien” no hubiera estado detrás del lente. El sacrificio de haber estado, sin estar, valió la pena con tal de captar el momento para tiempos futuros.

Las imágenes hablan por sí mismas y revelan mucho más de lo que en ellas se ve ¿Cómo explicarle a mi nieta cómo era yo a su edad sin una foto? ¿Cómo ayudarle a mantener vivo en el recuerdo a sus primos y tíos a quienes no ve con frecuencia? Las fotos de las comidas familiares nos hacen evocar aromas, sabores y texturas; sentimientos, emociones y vivencias. Una imagen del anuario de la escuela trae a la memoria a los compañeros de generación y las anécdotas en las que hubo complicidad, castigos o reportes.

Hoy en día mientras suceden las cosas las fotografiamos, video grabamos y en cuestión de segundos las compartimos y con ellas van nuestras emociones, sentimientos y deseos más profundos, porque no se trata solo de las imágenes; con ellas va parte de nuestro mundo, de nuestra intimidad familiar, de nuestra vida.

Una imagen, ya sea  impresa o digital, nos hace suspirar hondo, esbozar una sonrisa o dejar correr una o dos lágrimas.  Mira a tu alrededor y fija tu mirada en una imagen, ¿Qué te hace sentir, pensar, evocar? Por mucho que se intente una imagen no puede dejarnos indiferentes. ¿Qué recordarías de tu vida sin fotografías? ¿tendrías los mismos recuerdos con ellas que sin ellas?

(*) Martha Salim Naime. Es Administrador de Empresas con Maestría en Ciencias del Matrimonio y la Familia y diplomado en Tanatología por el Instituto Superior de Estudios para la Familia (Juan Pablo II). Especialista en temas de familia y pareja. Cuenta con la certificación para ser facilitadora de la herramienta pre-matrimonial FOCCUS. Actualmente se desempeña como Gestor de redes sociales.

miércoles, 10 de agosto de 2016

Volviéndome mamá

Por: Avelina Jiménez Lozano

El mes en cual estoy escribiendo este artículo no es mayo, estamos en agosto, pero ¿qué no todos los meses del año hay nuevas mamás en el mundo? 

La frase “volviéndome mamá” se la escuché a una de mis amigas; ella recalcaba que aprende todos los días cosas nuevas en el arte de ser mamá. Así como uno no estudia para ser madre, tampoco llega un momento en donde se gradúa obteniendo este título.

Todo este tema de la maternidad hoy más que nunca ocupa mi cabeza y corazón, todo el tiempo. Estoy a unas horas de conocer a mis mellizos, así que trato de racionalizar lo que siento comparándolo con otros momentos importantes en mi vida: mi graduación, mi experiencia en el extranjero, algunos concursos en donde he participado, mi matrimonio…pero no logro comparar esto que siento con alguna situación en el pasado.
¿Cada cuándo podemos experimentar un nuevo sentimiento? ¿Realmente habrá una palabra para expresar lo que se siente al ver por primera vez a tus hijos? 

Estoy segura que el volvernos madres nos transforma el cuerpo, la mente y el espíritu. Al menos Louann Brizendine en su libro “El cerebro femenino” menciona que el cerebro de una mujer que ha dado a luz a un hijo es ligeramente más grande que el de aquella mujer que no ha sido mamá. Este es sólo un ejemplo de los muchos cambios que se experimentan al ser madre.

Sueño con que llegue ese momento de ver cara a cara a mis hijos, mi corazón palpita al mil al saber que en cuestión de horas los podré ver a sus ojos y mi vida cambiará por completo. No sé si exista una sola palabra para describir un momento tan intenso, pero sé que un combo de emociones están a punto de formarse en mi corazón, así que me preocuparé después por encontrarla y me dedicaré a vivir al 100% ese pequeño instante.

La dinámica familiar también está por cambiar. Sobra decir que los abuelos, tíos y primos ya están organizándose para estar justo en el momento en donde les enseñarán a mis hijos mientras estoy en recuperación. ¿Y el papá? Feliz por conocerlos y cuidando cada detalle para que ellos estén bien. Es curioso, pero lo que no se involucró en la boda… ¡Ahora se está involucrando a la perfección  para el nacimiento de sus hijos!

Estas son las mejores “cosas de familia”, en las que participan activamente todos sus miembros: las llamadas y mensajes de amigos del alma mostrando su amor y su emoción al conocer a los nuevos integrantes. ¡El maravilloso regalo de la vida!

Seré una mamá para toda la vida y qué mejor ejemplo que mi abuelita Emma, quien a sus 96 años, unas semanas antes de fallecer y con dificultad para hablar, me dijo en voz baja: “cuida a mis hijas”. Me voy a convertir en mamá, aunque creo que ya lo soy desde el momento en que concebimos a nuestros hijos, pero mañana seré toda una mamá en acción. Desde ese momento y hasta…el último aliento de mi vida. 


 (*) Avelina Jiménez Lozano, es Psicóloga con Maestría en Educación por la Universidad de Monterrey. Experta en temas de familia y pareja. Cuenta con la certificación para ser facilitadora de la herramienta pre-matrimonial FOCCUS. Ha participado en programas de desarrollo humano e inteligencia emocional en México y España. Actualmente es docente de asignatura en la carrera de Licenciado en Psicopedagogía, titular del curso Formación en el Amor y coordinadora de formación en la Universidad de Monterrey.
Contáctala en jimlav15@hotmail.com


lunes, 1 de agosto de 2016

¿Te imaginas un mundo sin música?

Por: Alida Maria Madero Fernández


La música es el corazón de la vida. Por ella habla el amor;
 sin ella no hay bien posible y con ella todo es hermoso.


Yo no puedo, la música es parte de mi vida desde que nací, está relacionada con mis emociones, mis recuerdos y mis estados de ánimo. ¿Imagina que no hubiesen existido las composiciones de Beethoven, Mozart, los Beatles; las canciones de cuna, el jazz, la bachata o el tango?

La definición de música en la RAE Real Academia Española, dice así: “La música es el arte de combinar los sonidos de la voz humana o de los instrumentos, o de unos y otros a la vez, de suerte que produzcan deleite, conmoviendo la sensibilidad, ya sea alegre, ya tristemente.” De tal  manera que el sonido de un instrumento, el canto, una orquesta o un grupo de heavy metal, todo es música. Es considerada un arte, un idioma universal, que está presente en todas las culturas y en casi todas las etapas de la historia de la humanidad. 

¿Sabías que existen jeroglíficos antiguos representando la música y están relacionados con los que simbolizan la alegría?; y los instrumentos musicales están entre los objetos más antiguos diseñados por los hombres. No hay cultura o país que no tenga instrumentos, cantos, música.

Aunque la música no sea como tal un lenguaje, ciertamente la utilizamos para comunicar emociones y es  capaz de evocar sentimientos, afectar el ritmo cardíaco, las ondas cerebrales y los ritmos respiratorios. Pones música a ritmo de salsa e inmediatamente sonríes y mueves los hombros. Las emociones nos hacen humanos y la música nos da la oportunidad de expresarlas.

Nuestro estado de ánimo, muchas veces se ve reflejado por el tipo de música que escuchamos o entonamos. Una canción triste puede inducirnos a un estado melancólico, mientras que una canción alegre puede excitarnos y proporcionarnos unos minutos de felicidad. Quien no ha llorado al escuchar una melodía en especial que evoca algún momento significativo.

La música  es un medio de expresión sin límites que llega a lo más íntimo de cada persona. Cantar a todo pulmón y brincar en un concierto, tararear al trabajar, arrullar a un bebé con una canción de cuna, las canciones infantiles en el jardín de niños, tantos otros momentos de nuestras vidas que están asociados a la música.

Es tan grande la influencia de la música sobre los seres vivos que parece demostrado que escuchar melodías agradables no solo modifica nuestro estado de ánimo, sino que puede tener una influencia estimulando nuestra inteligencia e incluso en la salud, reduciendo  el estrés, el insomnio, la depresión, calmando el dolor y mejorando la inmunidad.

La música como  terapia se aplica a un amplio campo en relación a diversos trastornos, autismo, hiperactividad, depresión, ansiedad, medicina del dolor, geriatría.


Por todo lo anterior, escucha tu canción preferida, canta, baila; no importa si no sabes cantar o bailar, te ayudara a sentirte mejor y tomar conciencia de partes de tu cuerpo que normalmente pasan desapercibidas. Al volumen que tú quieras o que te permitan tus vecinos, pero no te quedes rumiando problemas o los eternos hubieras. La música pondrá una sonrisa en tu cara y en tu alma. 

(*) Alida Madero, es Ingeniero en Industrias alimenticias egresada de la Universidad de Monterrey (UDEM). Tiene diplomados en Logoterapia y Desarrollo Humano. Actualmente coordina el programa Foccus Prematrimonial en la Arquidiócesis de Monterrey, el cual  trabaja con las parejas que están comprometidas para contraer matrimonio. 
Contáctala en foccusmonterrey@gmail.com