Por: Martha
Salim Naime
“En la era
digital, lo más prudente es atreverse”.
Shimon Peres
Resulta extraño encontrarse con personas que aún no entran al mundo virtual. Con sólo escuchar “¿tienes e-mail?” o “¿usas Whatsapp, Twitter, Facebook?” el pulso se les acelera, les sudan las manos y responden: “No, no, no, ¡qué miedo!”, y se alejan de cualquier equipo electrónico como si éstos fueran animales salvajes.
¡Es comprensible! El miedo a lo desconocido es real. Entonces, por lógica,
la solución está en conocer para vencer ese miedo y actuar en consecuencia.
Aunque pueden ser intimidantes, en realidad los equipos electrónicos son
bastante inofensivos.
El verdadero peligro está en no vencer el miedo de aprender. Es
comprensible que alguien se pueda sentir amenazado ante la inmensidad del mundo
cibernético, sin embargo, la comunicación puede entorpecerse si no se aprende
el idioma digital. El confinamiento que vivimos desde hace unos meses puede ser
el motor ideal para dar el paso y atreverse.
Gary Chapman, autor de Los 5
lenguajes del amor, sostiene que para que dos personas tengan una
comunicación eficaz necesitan hablar el mismo lenguaje del amor. Si aplicamos
este mismo principio al lenguaje digital, concluiríamos que si no se conoce
este idioma los riesgos de tener problemas de comunicación se aumentarían.
Si de por sí la brecha generacional se hace día a día más grande,
tomar la decisión de no aprender e introducirse al ciberespacio contribuye a
que las conversaciones se trunquen por no acoplarnos a las formas de
comunicación actuales. De no cerrar el espacio que nos separa, llegaríamos al
analfabetismo digital.
A partir de los años 80 las generaciones han nacido inmersas en el
mundo de la tecnología. Para quienes somos de generaciones anteriores el
impacto ha sido importante y unos antes que otros, nos hemos tenido que adentrar en este mundo mágico de la
comunicación inmediata.
Para empezar se requieren dos elementos: un equipo y un maestro. El
equipo puede ser una computadora, tableta o teléfono inteligente. En cuanto al
maestro, basta con una persona paciente y de buena voluntad que conozca lo
suficiente para ayudarnos a dar los primeros pasos.
No es requisito indispensable tomar un curso, es mejor apoyarse en
alguien de confianza con quien se esté en contacto continuo para poder hacerle
las preguntas necesarias. El uso de aplicaciones previamente diseñadas llevan de
la mano al que se inicia en este campo y en poco tiempo puede darse cuenta de que
el uso de la lógica es suficiente para avanzar.
Para algunos, el hecho de tener algún familiar que vive en otra
ciudad o país ha sido motivo suficiente para usar las herramientas tecnológicas y
aprovechar sus bondades para estar en contacto. En este sentido, el menú de
opciones es muy variado; el uso de herramientas dependerá del equipo que se
tenga y del presupuesto con el que se cuente.
Con admiración soy testigo del avance hacia la simplicidad que ha tenido la tecnología. Día a día, los programadores de sistemas, nos sorprenden con nuevas
herramientas que hacen más rápida y
sencilla la interacción. La facilidad con la que se pueden compartir mensajes,
fotos, videos: tener reuniones sociales, juntas, impartir o tomar cursos son un
claro ejemplo y nos animan a estar más cerca de nuestros amigos y familiares o compañeros de trabajo. En el mundo virtual, la distancia es lo de menos.
Sería inútil hacer una lista con la oferta de opciones. Es
probable, incluso, que mientras la hiciera, estén lanzando al mercado nuevas
formas de comunicación digital. No es necesario conocerlos todas, ni cambiar
siempre a lo más nuevo. Lo mejor es elegir aquellas opciones que usan las
personas con las que interactuamos para que nos sintamos cómodas con ellas.
Se afirma que vivimos en la era de las redes sociales, supongo
que se refieren a las tecnológicas, porque la red
social más antigua que se conoce es la familia; el clan y la tribu surgieron
después de estas y se formaron las ciudades y las naciones.
El social media, conocido
como redes sociales, es la forma más rápida y fácil de intercomunicación que
existe. La accesibilidad que ofrece permite que personas que se encuentran
geográficamente lejos se sientan cercanas y se mantengan al día con sus vidas.
El justo medio es la proporción más difícil de lograr; mediar entre
el mundo real y el virtual no es la excepción. Hagamos un esfuerzo por
aprovechar los momentos en los que convivimos en el mundo real, tomando en
cuenta a las personas con las que estamos, y busquemos espacios para nuestra
interacción virtual.
(*) Martha Salim Naime. Es Administrador de Empresas con Maestría en Ciencias del Matrimonio y la Familia y diplomado en Tanatología por el Instituto Superior de Estudios para la Familia (Juan Pablo II). Cuenta con la certificación para ser facilitadora y entrenadora de la herramienta pre-matrimonial FOCCUS. Actualmente se desempeña como consultor familiar y tanatóloga en @Speeka_mx
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