Por: Martha Salim Naime
Los responsables del
estado de ánimo más íntimo del prisionero no eran tanto las causas psicológicas
ya enumeradas cuanto el resultado de su libre decisión.
Viktor
Frankl
En un momento de
reflexión profunda, me pregunté ¿qué es
eso que nos hace diferentes a unas personas de otras? ¿Por qué unos buscan
hacer el bien y otros, todo lo contrario? Si la persona es el ser superior de
la creación, ¿porque no es feliz? Ser persona va más allá de una serie de
conceptos o reflexiones; es algo que sólo se define, se comprende y se
comprueba, desde la existencia misma.
Toda persona posee las
siguientes características: es capaz de pensar, de juzgar, de elaborar conceptos.
De estar consciente y tener conciencia, ya sea de forma plena o limitada. Tiene
la capacidad de distinguir entre acciones concretas por las que puede optar,
gracias a sus facultades: inteligencia, voluntad y libertad.
En una de las reuniones
familiares, observé que uno de mis nietos miraba, por un lado el pino de
Navidad y del otro, los escalones que dividen la sala del comedor. Después de
un par de ojeadas y un rápido análisis, se fue, gateando, directo a los
escalones.
En la medida en que la
persona pone en funcionamiento las características enlistadas previamente, es
capaz de ser más y de ser
mejor. Y si esto es cierto, ¿porque en la realidad no sucede así? Aunque la
pregunta parece difícil de contestar hay sólo una respuesta posible: porque
tiene libertad de elección.
“La
libertad de actuar no depende de lo que hago, ni de lo que tengo, sino de lo
que soy”, afirma, el sociólogo polaco, Zygmunt Bauman. Y agrega que “como parte
de una familia insertada en la sociedad, “nuestra libertad está restringida por
la libertad de los demás”. De haber elegido el pino de Navidad, con sus
atractivas luces y adornos brillantes, yo habría retirado a mi nieto de ahí
inmediatamente.
Por
su parte, Schopenhauer, filósofo alemán, sostiene que el libre albedrío es “el más alto
grado de libertad”. Va más allá de la libertad, física, moral o intelectual, de
tal forma que la persona es “la única responsable de sus actos”. Lo entiendo de
esta manera: haber dejado que el bebé se acercara a jugar al pino, habría sido
un acto irresponsable de mi parte.
Schopenhauer
agrega que, entre el libre albedrío y la acción, se coloca la conciencia, como
la capacidad de la persona de conocer,
en tiempo y lugar lo que está sucediendo.
Esa misma capacidad es la que lo hace que se decida a hacer algo, porque
puede hacerlo; o a no hacerlo, aunque pueda.
En resumen: en el libre albedrío radica el autogobierno.
Viktor
Frankl, fundador de la logoterapia, nos
lleva un poco más lejos, al reconocer que si bien, las circunstancias, pueden
arrebatarle, a la persona, la libertad física y todo lo que posee, nadie lo
puede privar de la “última de las libertades humanas: la elección de la actitud
personal para decidir su propio camino”.
A
excepción de casos extremos, una persona puede llegar a un nivel de plenitud en
su libertad cuando es capaz de tomar este tipo de decisiones: “No lo hago, no
solo porque no quiero y no puedo, sino precisamente porque puedo, pero no conviene,
es que decido no hacerlo”.
Tal
y como lo hizo mi nietos, cuando prefirió ir a jugar a los escalones. Aún no
habla, ni camina y su información de la realidad es muy reducida para emitir
juicios pero, por su derecho natural, actuó en uso de su libertad.
Parecer
persona es tener un cuerpo como el del resto, pero sin esencia. Un Hombre light, como lo define el psiquiatra
español Enrique Rojas, que se rige por: la permisividad, el relativismo, el
consumismo, el materialismo y el hedonismo. Basa su felicidad en el bienestar.
Ser
persona es hacer uso de todas sus facultades, inteligencia, voluntad y libertad,
a plenitud y buscando niveles de excelencia, en las que el máximo esfuerzo es
el ingrediente clave. Como lo es un poco de sal en la comida, para quitarle lo
insípido y potencializar su sabor. Basa
su felicidad en ser más y en ser mejor.
Las
personas nos debatimos entre lo que somos y lo que parecemos a lo largo de
nuestra vida. En otras palabras, entre lo que estamos llamados a ser por la
realidad de nuestra propia naturaleza y el afán de vivir eclipsados por la
apariencia. El esfuerzo, para lograr el
éxito, del autogobierno está en el conocimiento de uno mismo. ¿me conozco?, ¿te
conoces?
(*) Martha Salim Naime. Es Administrador de Empresas con Maestría en Ciencias del Matrimonio y la Familia y diplomado en Tanatología por el Instituto Superior de Estudios para la Familia (Juan Pablo II). Experta en temas de familia y pareja. Cuenta con la certificación para ser facilitadora de la herramienta pre-matrimonial FOCCUS. Actualmente se desempeña como Gestor de redes sociales.
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