He sido muy
afortunada de tener un super héroe en mi casa. Desde niña mi papá ha tenido una
fuerza sobre humana, que le ha permitido sacar a toda la familia adelante. Los
enemigos que nos asecharon son algo diferentes con los que pelean los famosos
super héroes de las caricaturas o películas. El malo en este historia era todo
aquello que nos impedía estar juntos: el tiempo que pasaba en el trabajo, el
cual era culpable de verlo sólo unas cuantas horas por la noche; la economía,
causante de su semblante preocupado por tantos pagos pendientes por hacer; la
enfermedad de mis abuelos y tíos, que lo ponían triste y difícilmente podía
dormir.
Mi papá es mi super
héroe de carne y hueso. Siempre lo ha sido, sin importar la edad que tengo, me
sorprende con sus acciones y su amor a su familia trasciende más allá de lo humano.
¿Qué podría pasar cuándo está él en el hogar? Con papá en casa, las cosas son
diferentes, su presencia impone, da tranquilidad y seguridad a sus miembros.
Tal vez él no lo
sabía antes, pero hoy no me canso de decírselo. Él es único: una extraña
combinación de fuerza, ternura y amor, una triada de cualidades difícil de
encontrar en un hombre de su generación.
Todo super héroe
tiene su pareja de batallas, aquel cómplice que lucha junto con él todo el
tiempo por un bien en común. ¡Y vaya pareja la que formó con mi mamá! Ella no
pudo encontrar mejor hombre para formar juntos nuestra familia. ¿Cuál era la clave
para ganar sus batallas contra los malvados enemigos? El amor, la escucha, la
confianza y la acción. Juntos son dinamita y de ahí que estoy convencida que mi
super héroe no hubiera llegado tan lejos sin su ayuda.
Mi super héroe
es un hombre sencillo y cuando es necesario pide disculpas y reconoce sus
errores. Ama, ama en extremo, a su familia pero también a los más vulnerables y
desprotegidos. Él nos enseñó a compartir lo que tenemos, a estar atentos y
ayudar sin medida, ¿Qué eso no es parte del trabajo de un super héroe?
Su caballerosidad hacia con nosotros era
extrema y es fecha que no nos puede ver cargar bolsas con cosas o una puerta
que se atraviese en nuestro camino pues él inmediatamente corre a ayudarnos.
Verlo expresar
sus sentimientos ha marcado mi corazón de por vida. Recuerdo perfectamente la
primera vez que lo ví llorar. Puedo recordar hasta el más mínimo detalle de ese
momento; él no se percató que lo veía, justo ahí me dí cuenta que mi héroe…¡también
tenía lágrimas!
¿De dónde
obtiene esos poderes? ¿Quién se los da? Eso es algo que mucho tiempo me estuve
cuestionando: ¿de dónde adquiría tanta fuerza emocional?, ¿cómo le hacía para
sacarnos adelante sin reclamar? Bastó con prestar un poco de atención para
descubrir su secreto: confiar plenamente en Dios y orar con mucha fe. Mi super
héroe siempre reconoció que había alguien más grande que él, fue agradecido y
nos enseñó también a amarlo.
Aunque pase el
tiempo un super héroe jamás perderá sus poderes. Siempre estará al pendiente de
su gente, de su familia; sus ojos biónicos siempre podrán traspasar lo visible
y descubrir la profundidad del corazón de sus hijos.
Estoy feliz de
saber que pronto descubriré a un nuevo super héroe: mi esposo, quien pondrá en
práctica sus poderes con nuestros hijos que están próximos a nacer.
Dentro de poco
mi papá se convertirá en abuelo y me entusiasma en sobremanera que lo veré nuevamente
en acción. Sus nietos podrán descubrir sus super poderes, aprenderán a combatir
los enemigos que se vayan presentando en su vida y se sentirán orgullosos de
pertenecer al equipo de los buenos.
(*) Avelina Jiménez Lozano, es Psicóloga con Maestría en Educación por la Universidad de Monterrey. Experta en temas de familia y pareja. Cuenta con la certificación para ser facilitadora de la herramienta pre-matrimonial FOCCUS. Ha participado en programas de desarrollo humano e inteligencia emocional en México y España. Actualmente es docente de asignatura en la carrera de Licenciado en Psicopedagogía, titular del curso Formación en el Amor y coordinadora de formación en la Universidad de Monterrey.
Contáctala en jimlav15@hotmail.com