martes, 15 de diciembre de 2015

Las ¿tradicionales? posadas


Por: Alida María Madero

Con todas las prisas, reuniones y tradiciones; por estos días estarás organizando tu agenda para cumplir con los compromisos con familiares, amigos y compañeros de trabajo.

Una las tradiciones de esta época, quizá la más arraigada en nuestro país, son las posadas; entre el ajetreo de la vida moderna y las complicaciones de los preparativos de las fiestas, esta hermosa tradición ha cambiado y se ha desvirtuado su sentido original. 

Las tradiciones son una manera de hacer presente lo que ocurrió, o lo que se acostumbraba hacer en tiempos pasados. Son los hechos u obras que se transmiten de una generación a otra. Así que hagamos un poco de historia.

Las posadas son fiestas que tienen como fin preparar la Navidad. Comienzan el día 16 y terminan el día 24 de diciembre. Su origen se remonta a los tiempos de la conquista, cuando los españoles llegaron a México. Por la necesidad que tenían los misioneros católicos de evangelizar a los indígenas utilizaron y mezclaron sus ritos y costumbres con los ritos cristianos.

Durante el mes de diciembre, los indígenas festejaban a Quetzalcóatl y  también celebraban las fiestas en honor a Huitzilopochtli. Estas fiestas duraban veinte días, iniciaban el 6 de diciembre y terminaban el 26 del mismo mes; eran fiestas solemnes. El pueblo se congregaba en los patios de los templos, iluminados por enormes fogatas, para esperar la llegada del solsticio de invierno. El 24 de diciembre por la noche y al día siguiente, 25 de diciembre, había fiestas en todas las casas.

Los misioneros españoles aprovecharon estas costumbres religiosas para inculcar en los indígenas el espíritu evangélico y dieron a las fiestas aztecas un sentido cristiano, lo que serviría como preparación para recibir a Jesús en su corazón el día de Navidad.

En 1587, Fray Diego de Soria obtuvo del Papa Sixto V un permiso que autorizaba en la Nueva España la celebración de unas misas llamadas "de aguinaldos", del 16 al 24 de diciembre. En estas misas se intercalaban pasajes y escenas de la Navidad. Para hacerlas más atractivas y amenas se les agregaron luces de bengala, cohetes y villancicos y, posteriormente, la piñata.

Las posadas simbolizan los nueve meses de gestación de María en la espera de Jesús. Al terminar, los monjes repartían a los asistentes fruta y dulces como signo de las gracias que recibían aquéllos que aceptaban la doctrina de Jesús.

Ahora que nos  organizamos para estas celebraciones, destacamos los elementos que no pueden faltar en una posada: los peregrinos, o sea las pequeñas estatuas de la virgen María, San José, el burro donde montan y un ángel que los protege;  piñatas, dulces, frutas y cacahuates; velas para posada o luces de bengala pequeñas. Ollas de ponche y tamales, pan dulce o bocadillos para fiesta.

Los libros de pedir posada incluyen letanías y rezos de cómo pedir la posada, además indicaciones para arrullar al Niño Jesús el día 24. Silbatos, panderos, guitarras o cualquier instrumento musical son utilizados para darle alegría a los cantos.

Recuerda que hay mucho significado detrás de esta tradición y trata de vivirlas con el sentido profundo que tienen: preparar nuestro corazón  para recibir al Niño Jesús en Navidad, celebración que es universal no solo en la práctica católica, que nos invita a  reunirnos antes de que termine el año para agradecer, abrazarnos y desear que el próximo año sea mejor.




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