miércoles, 22 de mayo de 2013

¡A estudiar lejos de casa!

Por: Martha Salim Naime

Monterrey, México Cuando se es joven los aprendizajes de la vida se dan a diario y siendo universitario, las verdaderas lecciones se aprenden cuando se deja la tierra que los vio nacer para estudiar.
Y es que hoy en día es cada vez más común que los jóvenes universitarios busquen opciones para estudiar lejos de casa, ya sea en el extranjero o en otra ciudad del país; por un semestre, un año o toda la carrera. En ocasiones también el postgrado.
Las oportunidades las tienen a la mano porque los acuerdos y convenios entre universidades nacionales y extranjeras, ya sean  públicas o privadas; así como las becas que ofrecen los países por medio de sus embajadas y ciertas organizaciones, facilitan el proceso e incentivan a los jóvenes a lanzarse a esta experiencia lejos del seno familiar.
Si bien el objetivo es académico y de conocimientos, éste no es el único valor que se adquiere al irse a estudiar a otro país.
Responsabilidad, el aprecio a las cosas y la familia, son algunas lecciones para los universitarios, quienes aprenden a madurar conforme se hacen responsables de su tiempo y dinero.
Todo inicia desde que se toma esta decisión: lo primero que un joven universitario hace es trazarse un plan de acción para conseguir su objetivo. Esto lo lleva a recabar papelería, llenar solicitudes, hacer presupuestos de gastos, en fin, todo lo necesario para realizar y concluir el trámite dentro de los plazos establecidos.  Aprende avalorar el tiempo.
Luego, cuando llega el momento del viaje, el universitario tiene responsabilidad plena por su persona, su dinero, sus cosas y sus documentos personales. Cualquier descuido puede trastornar o arruinar sus planes. Aprende avalorar las cosas materiales.
Despedirse de los amigos con añoranza y promesas de estar en contacto permanente mediante redes sociales o visitas esporádicas, es uno de los pasos más difíciles. Alejarse de los amigos de toda la vida y para toda la vida, no es fácil por lo que se viaja con el anhelo y el deseo de encontrar personas que se sumarán a la lista de amigos entrañables. Será triste despedirse de ellos también. Es con ese sentir que se valora la amistad.
Al llegar a la ciudad donde la Universidad espera… también espera otra cultura, en ocasiones otro idioma, otra comida. Costumbres y medios de comunicarse y transportarse diferentes. Inconscientemente se compara con el propio. Algunas cosas las cambiaría para mejorar, pero otras no, por nada del mundo. Y se comienza a valorar la nación.
Cuando el estudiante llega al lugar donde va a vivir y se instala, ya sea residencia universitaria, cuarto, departamento compartido o casa de asistencia, empieza una serie de ajustes en su espacio: con su persona, con sus cosas, con sus recuerdos. De pronto el colchón y la almohada, la iluminación y la ventilación de la casa familiar, son importantes. Ahí se valora el hogar.
A medida que el joven se va ubicando y asentando, siente fascinación por la experiencia que está viviendo y sabe que sin el apoyo y esfuerzo de su familia, no lo hubiera logrado. Aunque esté feliz viviendo la experiencia, se extrañan la convivencia familiar, los guisos de mamá y hasta las llamadas de atención de papá. Se siente nostalgia por no poder estar en las fiestas de los hermanos o los primos, por las bodas, bautizos y primeras Comuniones a las que no podrá asistir. Se valora a la familia.
Finalmente llega el primer día de clases. Se conocen los salones de clases, los maestros y los compañeros de estudios. En ese ambiente se vivirá y convivirá por el tiempo que dure la preparación. Se conocerán distintos estilos de impartir cátedra, de elaborar y valorar trabajo o proyectos y de presentar exámenes. Se estudiarán materias que quedarán plasmados en la boleta de calificaciones o el documento formal que expida la institución. Se valora el sistema educativo del país.
Fuera de su ambiente familiar, se valoran a sí mismos y de lo que son capaces. En el ambiente estudiantil foráneo donde no hay que pedir permisos, se preguntan constantemente si deberán o no hacer ciertas cosas o ir a ciertos lugares. Cuando sus decisiones son equivocadas, tienen que asumir las consecuencias. Se valoran sus creencias.
No cabe duda que estudiar lejos de casa, académicamente hablando, la experiencia es muy grande, pero es mucho más grande en lo personal y comunitario, en lo humano y en lo material. Algunas personas hacen conscientemente todas estas valoraciones y agregan toda esta riqueza a su bagaje personal y valoran sus valores.

@Cosas_deFamilia
La autora cuenta con Maestría en Ciencias de la Familia

Publicado el 22 de mayo de 2013:
http://www.sexenio.com.mx/columna.php?id=5408

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